LPerdonen que les moleste en vacaciones pero quizás no se hayan dado cuenta: NOS ESTÁN MATANDO. Llevamos un verano de terror, pero quiero recordarles que en la última década, en nuestro país, han asesinado a 1362 mujeres y 44 menores. En lo que va de año los asesinatos ascienden a 24 mujeres y 6 menores por violencia machista. En los últimos siete días dos padres han asesinado a cuatro hijos. No hay palabras para describir todo el dolor que producen estos asesinatos y el silencio de la sociedad, con la complicidad de los medios de comunicación y de los políticos.
Urgen voces entre tanto silencio; necesitamos un Gobierno que ponga al país en alerta por esta lacra machista. Según la Macroencuesta del 2015, en España unos 700.000 hombres maltratan a las mujeres con las que tienen relación; y como consecuencia de esta violencia de género unas 900.000 niñas y niños están expuestos a ella. De entre estos menores, unos 600.000 sufren además violencia directa: “la violencia se normaliza como forma adecuada de resolver conflictos” dice el profesor universitario y médico forense Miguel Lorente. Los medios de comunicación no ayudan mucho a visibilizar y a hacer eco de este grito silencioso y aterrador en el que estamos viviendo. Titulares como: “Muere una mujer” no ayudan, porque es un asesinato; toman declaración a los vecinos que suelen decir: “no sé cómo ha pasado, era un vecino muy atento”. Dar detalles de lo ocurrido y la nacionalidad de los actores en intrascendente e innecesario. Ni el alcohol, ni las drogas, ni celos etc. justifican estos asesinatos. Las disputas no son el motivo, pero sí lo es la desigualdad de poder en la cultura machista en la que vivimos. La violencia de género es ya un grave problema social; no es un suceso. La noticia debe de preservar el anonimato de la víctima por respeto a sus familias. Las noticias no deben de recoger los detalles morbosos. Hay que visualizar todas las violencias machistas, no solo las que asesinan, y recordar el teléfono de alerta, diciendo si deja rastro o no en la factura, que es el 016. Normalmente los asesinos y agresores tienen una doble cara porque tienen que sobrevivir en la sociedad; por un lado vuelcan toda su agresividad a la mujer a la que dicen que aman y, por otro, son personas encantadoras en el trabajo, en el vecindario y con los amigos. Si no se visualiza a estos machistas, sino se les señala: pasan inadvertidos; además de estar amparados por una sociedad en la que siempre hay una mujer donde se cobijan para que no se les vea siempre este lado agresivo: una madre, una hermana, una nueva novia que justifica que no es tan malo, ni tan violento; y el foco de la sospecha por parte de esta sociedad machista recae sobre la víctima: la mujer. Así que nadie se extrañe que las mujeres nos sintamos solas a la hora de denunciar. No se puede silenciar ni callar la violencia machista: no es normal ser violento por ser hombre. No podemos seguir dudando de que la violencia sea normal y ni sentir vergüenza cuando la sufrimos por el qué van a pensar de nosotras los demás, o reconocer que nos está ocurriendo. La Macroencuesta de 2015 alumbra más datos del horror: el 44% no denuncia porque piensa que no es lo suficientemente grave, y el 21% por vergüenza.
El otro día mi amiga y compañera A. López, psicóloga, ideó una campaña sencilla para denunciarla a diario: una simple pancarta, pero de calidad artística, para que luciera a diario en nuestros balcones, como un clamor de la ciudadanía sin tener que esperar a las políticas, que cada vez recortan más. Lo estuvimos reflexionando durante un buen rato y llegamos a la conclusión de que aún hay que sensibilizar y concienciar a la sociedad, puesto que la cultura machista está muy arraigada. Tenemos que ir juntos contra esta lacra, hombres y mujeres, y no esperar a que “nos conciencien”. Hay que actuar y no queremos estar solas. Mi amigo, Tomás Viada, lleva años denunciándolo y lo último que hizo fue visibilizarlo, una vez más, en su facebook. Este pequeño gesto, hecho por un hombre, da esperanza para erradicar el machismo arraigado en nuestra cultura. El verano no ha terminado, hay que recordar que éstos son los meses con más riesgo para mujeres y menores. Esto es insoportable, no guardemos más silencio, aunque los que tienen los altavoces no lo hagan ni por plasma.
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