No puedo estos días evitar recordar tantas experiencias vividas donde he crecido, en torno a las playas del Zapillo, la de San Miguel, Las Conchas, Los Tritones, La Térmica o El Playmar. Largos paseos por el Paseo Marítimo, baños refrescantes y solares, castillos de arena, hoyos, las aguas calientes, moragas, risas, amistades, encontrar algún objeto, jaquecas o caracolas y hasta el amor de tu vida. Es comprensible que, quien no ha nacido en Almería, quien no ha pasado su niñez ni adolescencia oliendo el salitre cada mañana al despertar, y quien además pudo realizar sus estudios en una ciudad en la que no se escucha el rompe olas, no entienda que la playa es una prolongación de nuestra casa durante todo el año, y más en verano. Pero quien no lo siente así no puede hacer todo lo imposible para que las personas cambiemos nuestras costumbres de gran arraigo generacional y emocional así, sin más.
Y es que no se puede estar bombardeando el uso lógico de nuestras playas y alrededores, menos aún si se tratan de las más concurridas de la provincia, las de ‘Al-Mariyyat' (Espejo del mar). A la ya habitual suciedad del barrio del Zapillo, a la inexplicable estrecha acera/bordillo de uno de los pasos más habituales para acceder a la playa del Playmar al cruzar la Av. Cabo de Gata, al eterno problema de duchas estancadas en la playa, a la más que peligrosa zona delimitada por unas líneas blancas poco visibles en el Marítimo, que han venido a llamar carril bici, a la ausencia de una buena programación deportiva/cultural en la playa, a su tenebrosa iluminación del invierno y deficitaria desde las 3 de la mañana en verano,…, hay que añadir los horarios incomprensibles de limpieza con medios manuales y mecánicos de arena, accesos, duchas, pasarelas y resto de infraestructuras de playa, que han llevado a vecinos del zapillo a no poder disfrutar del espacio público por antonomasia en verano, allí donde sobrellevan el insoportable calor de este año. ¿De verdad es necesario desalojar la playa a las 12 de la noche porque pasan las máquinas temerariamente?; un dato, en Cádiz comienzan a las 5 de la mañana. Yo, si continúan empeñados, me pondré de espaldas al mar, pero colocaré un gigantesco espejo frente a mí para seguir mirándolo cada día.
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