Mudanza de sotanas

La feligresía de más de una veintena de parroquias de la diócesis almeriense vive  cierto trasiego durante las últimas semanas con motivo de la despedida y bienvenida de sus respectivos curas y pastores, ocho en total. Una iniciativa ejecutada hace un mes por el obispo de Almería, Adolfo González Montes, quien con las calores estivales de cada año decide hacer valer el carácter nómada del noble oficio de cura y en uso de sus atribuciones,  encomendándose o no, según su saber y entender –que  no siempre coinciden con las necesidades de las parroquias afectadas- pone en vuelo las sotanas sobre un puzzle muy particular que sólo él recompone. Afanados andan estos días, cuan disciplinados picoletos, los ocho prelados a quienes el obispo almeriense ha ordenado levantar sus moradas terrenales, cargar sus bártulos y acoger a otras almas en sus nuevos destinos. Todo ello entre la contrariedad, la aceptación o la indiferencia de los respectivos parroquianos.
 Estos cambios  traen a mi memoria la sonada despedida de un párroco de la localidad granadina de Baza, de nombre José, acontecida en los albores de los años setenta del pasado siglo y que aún es recordada por parte del clero andaluz. 
Cuentan quienes vivieron el sucedido que el azar hizo coincidir que, al igual que el cura cesante, varios de los vecinos titulares de las entonces fuerzas vivas del pueblo se llamasen como el casto José. En su última misa, llegada la homilía y desde el mismo púlpito, el párroco quiso despedirse de sus feligreses de esta guisa: “En el día de San José, gran solemnidad en la Iglesia católica, padre putativo de nuestro Señor Jesucristo, el mejor pollo del corral para don José el alcalde, el mejor jamón para don Pepe el juez, el mejor vino de la cosecha para don José el médico, el pavo más lozano para don José el boticario…y a don José el cura una mierda... la misma que yo os deseo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”. El inoportuno, pero sincero cura abandonó la parroquia y jamás volvió a la ciudad bastetana. Es una anécdota de la mudanza de sotanas.