Esta Feria, las mujeres, deberíamos de tomarla desde otra perspectiva, con otra actitud. Y como dicen los versos del “Poema de los átomos de Rumí: “baila como si nadie te estuviera mirando/…/ canta, como si nadie te hubiera oído”. Eso sí, esta vez para ir más fresquitas, si nos apetece, podríamos ir hasta con las bragas en la mano: ante la falta de responsabilidad y coherencia de la clase política en sus declaraciones no nos queda otra que combatirla sin silencio. Luego posarán ante los medios en los asfixiantes silencios ante las instituciones: Tolerancia cero a la violencia de género.
Amnistía Internacional lanzaba un gráfico sobre violencia de género. Es un iceberg en el que diferencia la violencia invisible y la violencia visible; y también diferencia entre las formas explícitas y las formas sutiles. En la punta del iceberg está el asesinato y en las zona visible del iceberg, y explícita, encontramos: agresión sexual, violación, abuso sexual, amenazar, gritar, insultar. El iceberg ya está sumergido bajo el agua, por lo tanto ya no son visibles pero sí son formas explícitas: humillar, desvalorizar, despreciar, ignorar, culpabilizar y el chantaje emocional. También no visibles, pero de forma más perceptibles, encontramos como violencia de género: humor sexista, controlar, publicidad sexista, invisibilización, lenguaje sexista, anulación y micromachismos (a mí personalmente no me gusta llamarlo así porque el término es un machismo algo más sutil y no tan invisible). La mentalidad androcéntrica es la ideología dominante en la Sociedad y, girando en torno a ella, se ha construido la Historia de la Humanidad e incluso se construyen los despachos, las aulas universitarias y los pedales de los automóviles. En la vida cotidiana las relaciones basadas en el poder, dominio y miedo están normalizadas y microviolencias como: “¡Es la polla! Es cojonudo”, es positivo. “Es un coñazo”, es negativo. Ser un zorro es alguien astuto, y ser una zorra es una mujer a la que se le cuestiona su libertad sexual. También son: la corresponsabilidad en los cuidados de la familia y la casa; los engaños, silencios, infidelidades; control del dinero y de la comunicación con un: ¡no te gastes dinero en eso! ¡Quítate esa ropa que no te pega nada! El negarse a negociar y rehuir la crítica entraría en los machismos no tan visibles. A lo que hay que añadir: la publicidad sexista que nos cosifica, mostrando nuestro cuerpo como cuerpo de batalla y también como mercancía. Que se vea normal que las mujeres tenemos menos deseo sexual que los varones y hay que resaltar que es incierto; aunque nos quieran vender una “viagra” rosa las industrias farmacológicas. Si es el hombre el que tiene más deseo su hombría es aceptada en la sociedad y, en cambio, el nuestro nos pone de “guarrillas” ante la misma sociedad. Y no vayan a pensar que “50 sombras”, que está lleno de estereotipos, es el paradigma de nuestro erotismo. Párense a pensar que: ¡Nos molestan los piropos! Así que no nos llamamos: mami, ni guapa, cariño, bonita, niña, preciosa, ¡chs, chs!, chochito, etc. Os recuerdo que: ¡No nos llamamos nena!
Siguiendo nuestro calendario autóctono, cuando acabe la Feria, será el momento de pensar en el próximo año escolar y preguntarnos si somos feministas, si queremos la igualdad en una sociedad que cada vez está poniendo más brechas para nuestras madres, hermanas e hijas. Queremos que nos eduquen sabiendo que podemos ser ingenieras y jugar con camiones, por ejemplo. Que el jefe no nos ignore por el simple hecho de ser mujer, porque así reafirma su dominio porque teme perder el poder. Que se nos nombre por igual. Si al presidente del Gobierno se le llama Rajoy, la vicepresidenta no es Soraya: no se nos puede minusvalorar. Hay que hacer un llamamiento a la sociedad porque estamos retrocediendo y comentarios como el que “las niñas llevan las bragas en la mano” no ayudan a que en la punta del iceberg esté menos engrosado con asesinadas por violencia machista.
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