La reinterpretación de la historia

“El  objetivo de la ciencia histórica era el de llegar a un conocimiento perfecto del mundo social”

Juan Fernández Gómez
01:00 • 01 sept. 2015

La historia de nuestro presente es de alguna manera la historia de los acontecimientos del pasado, reinterpretándolos a la luz de nuestros días, porque como dice un estudio sobre la memoria social, no podemos experimentar nuestros recuerdos si antes no los pensamos, y en el momento que los pensamos se convierten en parte de nosotros mismos.


Pero realmente estamos ante la paradoja de un modelo interpretativo que nos ha fallado, producto de la elaboración de la Ilustración del siglo XVIII, donde las distintas sociedades que fueron sometidas a la teoría de los cuatro estadios de Adam Smith, cuyas etapas recorridas por los pueblos se convertía en una noción de progreso, basando el desarrollo tecnológico, en el motor de la historia.


Esta versión determinista de la historia que partía de Newton y Laplace y la transposición de ese mecanicismo humano dio lugar a la afirmación que hizo un científico alemán en 1872. “ Quien pudiese conocer las distintas posiciones, direcciones y velocidades de los átomos del universo,  podría predecir los acontecimientos de la historia humana”.  




El  objetivo de la ciencia histórica era precisamente el de llegar a un conocimiento perfecto del mundo social, como lo sostenía el anarquista francés Charles Malato, que quería una ciencia histórica llegara a: “deducir con precisión matemática las causas de los movimientos profundos que agitan las moléculas humanas “


Este esquema nos permitía interpretar en un futuro no muy lejano la posibilidad de que el crecimiento económico se generalizase en el mundo subdesarrollado, ya fuese con un modelo capitalista o en la llamada planificación centralizada,  que las sociedades desarrolladas consiguieran la eliminación de la pobreza;  cosa que parecían al alcance de la mano, durante la larga y excepcional etapa de prosperidad que se vivió después de la segunda guerra mundial; que dio lugar a versiones distintas, una de ellas  suponía que el desarrollo en el marco de una economía capaitalista y que estaba expresada en el llamado punto cuarto de del discurso sobre el estado de la Union del presidente Truman, formulando un programa que promocionaba a los países subdesarrollados y de esta forma obtener mas alimentos y mejor nivel de vida aumentando su nivel industrial.




Pero todo esto no ha sido asi, desde los setenta los países desarrollados están descendiendo hasta los abismos, donde la nueva pobreza no tiene nada que envidiarle a la vieja, donde no solo se ha abandonado la probabilidad de empleo y se ha teorizado sobre la la necesidad del paro, de manera que cuando el paro desciende mucho se anuncia un crecimiento de la inflacción, lo cual no está demostrado y hay ejemplos que dicen lo contrario. 


Los países subdesarrollados son cada vez más subdesarrollados y además no se trata de que los ricos se hayan enriquecido; sino que en muchos casos tienen un carácter absoluto.




De todo este recorrido histórico, dejamos al lector que haga su propia valoración del momento presente, que piense si hemos progresado ¿hemos progresado ¿Es posible que el tiempo y el espacio no se correspondan  con la medida adecuada?.


Yo creo que:


“La exclusión social dignifica más que el paro”.



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