Un patrimonio olvidado

“Desde hace dos o tres años las obras duermen en el sueño de los justos envueltas en un plástico”

José Luis Masegosa
23:53 • 06 sept. 2015

El próximo mes se cumplirá el primer lustro del fallecimiento del sacerdote Bartolomé Marín Fernández, cronista e impulsor de la Tertulia Indaliana,  un apasionado agitador de la cultura de nuestra provincia y una  figura destacada en los ámbitos de las letras y las artes almerienses. Desde el magisterio en diferentes centros educativos, no solo de la Iglesia, a la caricatura, el diseño, la composición musical, la pintura y la literatura, Bartolomé Marín atesoró una dilatada carrera que ha dejado huella en muchos rincones almerienses: el ábside de la iglesia de Garrucha, con pinturas de Luis Cañadas, otro ilustre indaliano desaparecido, la reedificación y pintura de la iglesia de  Alcudia de Montegaud y, sobre todo, las diferentes actuaciones en el Monasterio del Saliente, del que fue rector, y que acoge hoy y mañana su tradicional romería. Bartolomé Marín diseñó la forja del balcón principal del Santuario y los artísticos faroles que coronan las cuatro esquinas del mismo. Pintor de vocación, Marín dedicaba parte de su estancia veraniega en Albox, su pueblo natal, a emplearse con los pinceles que colgaba de un año a otro, hasta su regreso. Como fruto de esta actividad dejó un legado de obras que han corrido distinta suerte. Por deseo suyo, al menos tres de estos cuadros tenían su destino en el Santuario del Saliente, con tres motivos alusivos a la aparición de la “Pequeñica” a Lázaro de Martos, a su intercesión para salvar del naufragio a unos marineros y a la propia adquisición de la talla. Desde hace dos o tres años las obras duermen el sueño de los justos  envueltas en un plástico en la entrada del acceso al coro de la iglesia del Santuario, un lugar en el que no están resguardadas del frío, del viento y del calor, un medio  que no parece el más idóneo para la conservación de una materia tan sensible. Ni el autor ni las pinturas se merecen esa especie de purgatorio al que han quedado sometidos, ante todo porque no deben ser un patrimonio olvidado.







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