Huida del maltrato

“Cuatro años después de su llegada, la joven rehizo su vida, encontró pareja”

José Luis Masegosa
01:00 • 14 sept. 2015

Cuando el vapor Infanta Isabel de Borbón, de la Compañía Trasatlántica de Barcelona, elevó anclas y partió del puerto almeriense, María Casado respiró profundamente y sintió un alivio que le invadió de los pies a la cabeza, pese a la incertidumbre que suponía buscar nuevos horizontes en aquel largo viaje marítimo que se dirigía a Río de Janeiro, Montevideo y Buenos Aíres. Malatratada por su “hombre”, según costumbre de llamar a los maridos en aquel entorno rural del Collado de Arriba, atemorizada, vejada y humillada, no tuvo más salida que la huida para preservar su integridad física y su dignidad humana, amén de evitar que su padre o hermano acabaran con la vida de su maltratador. Precisamente, la compañía de su hermano Gonzalo le proporcionaba cierta tranquilidad desde que en la la madrugada del día cinco de abril de 1925 abandonaran la casa paterna y la aldea de toda su vida a lomos de una parda burra para trasladarse a la estación del pueblo desde donde un rudimentario tren les traería a nuestra capital para embarcar aquella misma tarde. Como a numerosos hijos de la diáspora americana, la capital bonaerense acogió a estos dos  hermanos que ante la falta de documentación de María pasaron durante algún tiempo bajo la clandestina tapadera de un matrimonio. Con la ayuda de algunos paisanos María adquirió una nueva identidad y como otros muchos españoles, sobre todo zamoranos, asentados en la capital del tango no tuvo otra oportunidad laboral que la venta callejera de periódicos, actividad en la que también se empleó Gonzalo. Las duras condiciones de vida y las dificultades propias de toda andadura en tierra extraña compensaron a la mujer almeriense con tal de haber podido escapar del infierno del maltrato machista, tan tolerado en aquella época. Cuatro años después de su llegada, la joven rehizo su vida, encontró pareja y fue madre de tres hijos. Gonzalo regresó al Collado de Arriba, en donde conoció a su primer hijo, Tomás, engendrado antes de su partida. Una de sus hijas ha querido dar a conocer la razón migratoria de su tía abuela María: la huida del maltrato.







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