Robar el pez al hambriento

Isaías Lafuente
01:00 • 17 sept. 2015

El éxodo de refugiados que está viviendo Europa en los últimos meses ha reabierto el debate sobre la respuesta que el mundo debe dar a dramas como este. Acoger a los que huyen de la muerte, desde luego, pero también eliminar de raíz la causa que expulsa a millones de ciudadanos de sus respectivos países; en el caso de Siria, una guerra cruel y un régimen despótico que actúa contra su propio pueblo.
El argumento es impecable, pero la esperanza en que se den los pasos necesarios no para aliviar las consecuencias del problema sino para erradicar las causas que lo originan puede acabar en melancolía. Hoy mismo, en otro foco de conflictos y refugiados, un informe de la Fundación One Earth Future alerta sobre la creciente pesca ilegal en aguas de Somalia por parte de otros países. Son buques extranjeros que capturan el triple que los nacionales y están esquilmando sus bancos de pesca poniendo en peligro su regeneración futura. En la lista negra destacan Irán y Yemen, y España encabeza la lista de países europeos con buques que se dedican a esta pesca irregular aprovechando cobardemente las grietas de un estado fallido como es Somalia.
La pesca ilegal es una forma de piratería como otra cualquiera. Pero en este caso especialmente cruel porque expolia a uno de los países más pobres del mundo, sometido desde hace un cuarto de siglo a encadenados conflictos armados, sequías y hambrunas que han diezmado su población y han propiciado la expulsión de la cuarta parte de sus ciudadanos a países limítrofes en los que malviven como refugiados. Y no pueden volver porque en la actual situación de Somalia su malvivir podría acabar en muerte. El proverbio chino afirma que el hambriento no necesita que le den un pez sino que le enseñen a pescar. Viendo lo visto, parece que lejos de cumplir lo segundo alguien se salta directamente lo primero y se está aplicando directamente a robar al pobre la caña y el pez.







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