Y con un argumento inapelable: “Como a los políticos”. Si don Gabriel Amat y demás diputados, con el voto de todo el pleno y los silencios siempre cómplices, se subieron entre un cinco y un quince por ciento al mes, parece de lógica que el sindicato CSIF exija lo mismo para los empleados. No van a ser ellos menos, se dicen, que además son los que trabajan. Y tienen toda la razón. Si los políticos con sus votos aumentan los emolumentos mensuales a llevar a sus familias, parece normal que los funcionarios de la casa puedan hacer lo mismo con las suyas. ¿De dónde sale el dinero de subida que cobran los políticos y que por derecho deberían cobrar también los empleados? De las inversiones y necesidades que tienen y padecen los pequeños pueblos de nuestra provincia. Y eso que la mayoría de los políticos vienen de esos pueblos, bueno, de los más pequeños no, más bien de los grandes y algunos de los medianos. Ellos son los que van a pagar los nuevos sueldos de los políticos y sobre sus necesidades las subidas de los trabajadores.
Los políticos se tienen a ellos mismos para defender sus sueldos, prebendas y demás sofisticaciones. Los funcionarios tienen a los sindicatos para que les apoyen en sus reivindicaciones, en un principio ha sido el CSIF, los demás sindicatos aún no han hablado. ¿Y los pueblos? ¿A quién tienen los pueblos para que aboguen ante los políticos por sus necesidades? El portavoz del PSOE en Diputación, señor Lorenzo, ha manifestado que tendrán una visión diferente al contar con más alcaldes. Está visto que los concejales que están en Diputación deben ser unos inútiles, los que vienen a dar una solución, nueva imagen y diferente son los señores alcaldes. ¿Por qué no dejó usted entonces a doña Esperanza Pérez, habría ganado su grupo por su experiencia como portavoz y ser la actual alcaldesa de Níjar?
Está visto que en las instituciones oficiales y con buenos o malos presupuestos los políticos están siempre en sus guerras internas de partido. Y claro, los pueblos pequeños y medianos no importan demasiado. Unas cuantas perras para cubrir el expediente de planes provinciales, una película en verano, una actuación musical en las fiestas y los gastos oficiales del PFEA y otras partidas obligadas. Total, entretener al personal y ellos a subirse el sueldo y cobrar.
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