Tras otra exitosa “noche europea de los y las científicas” en la ciudad de Almería, pudimos comprobar que las mujeres tuvimos un importante protagonismo, por tanto creo que sería aconsejable darnos una vuelta por los laboratorios del país para ver y compartir las experiencias de las mujeres que trabajan con pasión, tenacidad y brillantez; las que trabajan para llegar a comprender de qué estamos hechos, cómo funcionamos y cómo vivimos.
Pero, aún así, nos creamos estereotipos sobre la mujer y la ciencia, por ejemplo en el grupo de investigación en el que colaboro en la Universidad de Almería, AGR-242 de “Planta ornamental sostenible”, está formado mayoritariamente por mujeres. He estado diez años con ellas y sé que no lo han tenido fácil. ¿Por qué una encuesta reciente asegura que el 63% de los españoles cree que las mujeres no valen para científicas de alto nivel? No puede ser que más de la mitad de la población sea tan limitada.
A las mujeres, en la infancia, también nos gusta jugar con la ciencia, puede ser hasta adictivo. También no fascinamos con los juegos de química, dispararnos la creatividad con las piezas de construcción, despertarnos la curiosidad con unos prismáticos, nos emocionamos al observar por el rudimentario microscopio, pasar horas interminables observando hormigueros, secar hojas primorosamente, dibujar con detalle todo lo que nos rodea, o imaginar que somos arqueólogas intrépidas. Sí, a nosotras también nos gusta; y nos gusta desde niñas sentirnos verdaderas científicas. La desigualdad no sólo está en nuestro imaginario sino también en el día a día en el que tienen que enfrentarse.
La situación laboral de las investigadoras no es que sea diferente a otros sectores. Como en otras parcelas, las mujeres en la Ciencia no llegan a los puestos más altos: directoras de departamento, de grupos de investigación, rectoras, etc. sino que también reciben menos becas que los hombres, según la revista PNAS, debido a que se nos considera menos competentes que al varón. En el 2015 la revista Science publicó un estudio en el que decía que la presencia femenina es menor en los campos donde se cree necesario ser brillante, y la brillantez no está asociada a las mujeres por esta sociedad. El CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), en un estudio reflejaba que no ha habido ninguna mujer presidenta hasta ahora en su institución, y ha presentado un manifiesto que exige dar la visibilidad a las científicas.
Las mujeres tan sólo reciben un 18% de los premios de ciencia en España, y ocupan menos del 20% de los puestos directivos en laboratorios, universidades y centros de investigación. Solo un 3% de los Premio Nobel de ciencias se han otorgado a mujeres, desde que en 1901 se crearon estos distinguidos galardones. Según estudio de la Gaceta Sanitaria, en las Universidades españolas hay 6 rectoras frente a los 70 varones. De 173 sociedades científicas españolas de ámbito de la salud, solo 41 tienen presidentas.
La ciencia está también construida por la excelencia y brillantez de las mujeres, pero esto no se ve reflejado en el reconocimiento de la sociedad, la cual no nos lo pone fácil. Dice Margarita Salas, Licenciada en Ciencias Química, biotecnóloga y Premio Nacional de Investigación Ramón y Cajal: “Si todo en la sociedad está montado para que sea más difícil para las mujeres, será más difícil.” Es el momento de cambiar las cifras y de romper barreras. Empecemos con nombrarlas y reconocerlas porque las mujeres científicas son, y están siendo, claves para el avance de la ciencia y de la sociedad que ni las nombra ni las reconoce.
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