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Al margen de lo más importante, que los secesionistas hayan perdido el plebiscito encubierto que ponía en jaque la unidad de España, en los comicios catalanes se han dado algunos resultados que parecen anticipar tendencias de voto en las próximas elecciones legislativas. 

El éxito de Ciudadanos (25 diputados, tenían 9) y el fracaso del PP (11 escaños, tenían 19) es uno de ellos. El otro es el pinchazo de Podemos que en este caso se mide en términos de expectativas apuntadas por las encuestas (11 escaños, dos menos que ICV en 2012).

 Tampoco el PSOE debería ir muy lejos en la impostada alegría con la que han celebrado los 16 escaños visto que en el anterior "Parlament" tenían 20. Por no hablar de la plataforma secesionista organizada por Mas y Junqueras que tras tanto ruido y tanta tensión como la que han introducido, sólo han conseguido 62 escaños, 10 menos de los que disponían Convergencia y ERC en la anterior legislatura. Siendo cierto que, como decía, el eje de la campaña había girado alrededor del desafío secesionista, no lo es menos que, a la postre, disponemos de una muestra demoscópica llena de datos colaterales. El primero, la tendencia de voto entre los ciudadanos catalanes leales a la Constitución. 

Que gobernando como gobiernan en España el PP haya perdido en Cataluña más de cien mil votos, indica, sin duda, una tendencia. Si a ese dato unimos que en las últimas citas electorales han retrocedido en todas, parece claro que a Mariano Rajoy se le van a complicar las Navidades. Si la tendencia se consolida, el PP perdería las próximas elecciones. El temor está en el aire aunque sólo se haya atrevido a decirlo en voz alta el ex presidente Aznar. Sin ninguna delicadeza, pero los hechos le dan la razón. Los días de incertidumbre no afectan únicamente a los populares. En el PSOE harían bien si no confunden el hecho de que el PSC no se haya hundido -como pronosticaban las encuestas-, con un aval  al ambiguo proyecto federalista que promueven.