Ahora hemos inventado la lanzadera en bus hasta Granada y desde la hermosa y vecina ciudad coge uno el Ave para llegar a Madrid. Lo de la lanzadera me gusta. Viste mucho. Y encima ganamos dos horas de viaje. ¿Y si el bus llega tarde a la ciudad de los cármenes? Ya estamos dando la matraca. Pues nos damos una vuelta por nuestra antigua y bella alquería, disfrutamos de sus encantos, sus buenos precios a la hora de tomarse una cerveza y a esperar que salga el próximo Ave. No estamos contentos con nada los almerienses. Lo políticos nos dan la posibilidad de una excursión a Graná y encima nos enfadamos. Pardiez, es que parece una ridiculez el tener que ir en bus a Granada para ahorrar dos horas en el viaje a Madrid. Lo dicho. No estamos felices los almerienses con nada de lo que nos proponen los padres de la patria. Si es que no es una oferta seria a estas alturas. Llevamos más de treinta años quitando y poniendo trenes sobre el papel, promesas y planes sobre lo que será el futuro del caballo de hierro en la provincia, y al final, lo único que encontramos es un proyecto para que un bus, en plan lanzadera ¡allá va un almeriense! nos una con Graná y desde allí, algo más tranquilo ciertamente, el Ave a Madrid.
¿Este es el futuro que nos quiere vender ahora el señor alcalde de Almería? Don Luis, lleva usted más de doce años de alcalde, ocho estuvo al frente de la diputación y su testamento político es dejarnos un bus en plan lanzadera que nos lleve hasta Gara Anat y desde allí cojamos el famoso Ave a la capital. Y todo eso hasta que el Ave llegue a la ciudad. Pues nos quedan algunos años más visitando la ciudad de la Alhambra. Seguro que usted no va a hacer ese viaje en lanzadera. Como el pasaje de avión que lo lleva cada semana al Senado, y supongo que en primera, se lo pagamos entre todos los ciudadanos, no le hace falta ningún lanzamiento en bus. ¡Usted sí que sabe!
Y mientras la mesa del tren de Comisiones Obreras nos convoca a una manifestación para el veintisiete del mes que viene. Los empresarios no han querido quedarse al margen, no sea que paguen en sus empresas el boicot a la mesa, y deciden participar. Cuantos más seamos mejor. Menos nos aburrimos. Y es que en algo se tiene que entretener la sociedad. Ahora toca mover ficha con el tren. ¿Y quién tiene que moverla?
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