Hace unos años ir detrás de las pistas del Cine en Almería era cuestión sólo de un grupo de avezados románticos, que querían recordar nuestro pasado cinematográfico y reivindicar todas las posibilidades que seguía teniendo nuestra Provincia como Tierra de Cine. Ha costado, pero hoy es un hecho que Almería vuelve a estar en primeria línea cinematográfica y ellos y ellas tienen gran parte de culpa de que hoy se estén aunando esfuerzos para relanzar la industria cinematográfica. Podría nombrar a muchos colectivos y personas individuales -aficionados, profesionales, amantes del cine en general y del cine en Almería en particular-. Pero hoy quiero destacar a Mark Parascandola, fotógrafo y también amigo, y que desde el otro lado del Atlántico pasea orgulloso, a través de su fotografía, el paisaje almeriense.
Hace ya cuatro años que nos conocimos a través de Nieves Molina, del Instituto de Estudios Almerienses, porque quería conocer La Chanca. Quería sumergirse en su color, su arquitectura y su vitalidad. Y quedamos a pasear, cámara en mano, junto a la musa chanqueña: Sensi Falán. En nuestro caminar pudimos ver cómo los vecinos lo reconocían en la Plaza Anzuelo, porque ese día había salido en una entrevista en La Voz de Almería, y allí mismo tuvo que firmar autógrafos y hacerse fotos con ellos. Desde entonces entre Mark y La Chanca se ha creado un vínculo especial que va fortaleciéndose en cada fotografía que hace con mimo. Su mirada inteligente va descubriendo sensaciones que los demás no percibimos sin su cámara. Da igual que haga la fotografía a un paisaje de cine, a una arquitectura abandonada o a un barrio bullicioso de cualquier parte del mundo. Mark nació en Washington D.C. y es doctor en Epidemiología, así que está continuamente, por su profesión, estudiando a las personas y al entorno que las rodea. En sus fotografías no solo está la mirada del artista sino también la del experto que es capaz de ver qué historias hay, por ejemplo, en los restos cinematográficos olvidados de nuestra memoria, de nuestra historia y de la suya; porque Elisa, la madre de Mark, proviene de Alhabia y ella le narraba historias del desierto y de una Almería que en la actualidad ya no existe. En sus numerosas visitas ha ido impregnándose del paisaje que para él “es duro y despiadado” y lo convierte en inmenso y luminoso en cada una de las capturas que hace. Atrapa el paisaje y, a su vez, un trazo de la memoria de su familia.
Y Mark regresa de nuevo a su tierra, que no le vio nacer, para mostrar su trabajo visual “Once Upon a Time in Almería” fotografías de lugares abandonados que fueron testigos de nuestro pasado cinematográfico. Con su mirada nos enseña su fascinación por estos restos destartalados, que como fantasmas, nunca habitados nos muestran otra manera de observar la ficción, cuando Almería era un lugar diferente. La exposición “Erase una vez Almería: decorados, restos y paisajes”, organizada por el Instituto de Estudios Almerienses, muestra cómo ha ido creando, en cada una de sus visitas, una visión atípica del legado cinematográfico. En esta obra Mark muestra las ruinas, desde los años 60, de las arquitecturas que se construyeron para ser efímeras, percibiéndose en ellas las conexiones recuperadas en aquel tiempo del cine y de las que ha ido tejiendo sobre la memoria mitocondrial.
Hoy sábado, día 9 a las 12 de la mañana, volveremos a pasear junto a él, en la Sala Polivalente del Ayuntamiento de Tabernas dentro de las actividades programadas del Almería Western Film Festival, y esta vez no para ser testigos de cómo dispara con la cámara, sino para escuchar de su voz, que tiene un marcado acento “americano- chanqueño” cómo percibe su tierra también, como el curioso fotógrafo y científico que es; siendo testigos de la recuperación digna de nuestra memoria, y de la otra, más personal, que es la de sus ancestros. Y descubriremos de nuevo el porqué numerosos directores americanos y europeos localizaron, y siguen siendo atraídos, por nuestro peculiar paisaje y su luz. Mark dice: “los directores de cine transformaban el inhabitado paisaje del desierto para crear un mundo más imaginario que real”. Mi enhorabuena a todos aquellos y aquellas que con su tenacidad y amor a nuestra tierra perfilan un horizonte lleno de luz, y a Mark por su mirada limpia que deposita con devoción en su tierra, que no lo vio nacer y, del que es un gran embajador.
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