Si fuéramos al origen de las cosas, el periodismo nació por la necesidad de transmitir lo más rápidamente posible noticias de actualidad. Antes del periodismo teníamos la historia y la literatura, dos géneros imprescindibles, sin duda, pero no tan rápidos como exige la vida en sociedad. A finales del siglo XVIII, conocer de antemano el resultado final de las batallas incidía en la bolsa, en las costumbres, en los precios, en el gobierno de las ciudades. De ahí que se echara mano de todos los medios al alcance para transmitir lo antes posible cualquier incidencia digna de saberse. Una de las estratagemas destructivas del enemigo era precisamente ocultar las noticias que no le convenían. Hay pues que partir, por tanto, del hecho de que el periodismo es esencialmente, actualidad y rapidez. De no tener necesidad de estas cualidades no hubiera hecho falta que naciera el periodismo como disciplina informática porque la literatura y la historia suplían con creces esta tardía ausencia. Hay quien dice que el periodismo es la literatura de este siglo. Lo dicen, claro está, los escritores. Los periodistas son algo más modestos. El periodismo requiere un estilo distinto. Aquí no es precisamente la belleza estética el principal objeto de deseo sino la verdad de la noticia de cara a su trascendencia en la sociedad contemporánea. Hecha esta introducción académica, quizás podamos entender algo mejor los meritos literarios de la periodista bielorusa Svetlana Alexiévich, Premio Nobel de este año. Oficialmente se trata del Nobel de Literatura 2015, pero los técnicos no se cansan de afirmar que lo que se ha premiado aquí por primera vez ha sido el periodismo. ¿Y esto por qué? Si bien se mira lo que publica la bielorusa no son novelas al uso sino grandes reportajes. Estaríamos pues en la no ficción. Dejar hablar a la gente, recoger testimonios directos y escribir sobre experiencias vividas y padecidas es la mejor crónica contra la Rusia Soviética, contra el plome de la URSS o contra los sucesos de Chernobil. Svetlana no está sola, por supuesto. Antes que ella ya dieron voz a las victimas del silencio del Gulab otros autores. La literatura que utiliza el testimonio para denunciar el fin del hombre rojo ya viene siendo una tradición “He buscado durante largo tiempo, dice la Premio Nobel, el género que respondiera a cómo veo yo el mundo”. “Yo construyo mis libros y los recojo de la calle”.
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