Si hablamos sobre una pobre mujer que no tiene agua potable, que no puede pagar la luz, que el marido está en paro o que padece cáncer, alguien desde la derecha te podrá decir: “hay que ver estos jubilatas que todo lo ven negro. Menos demagogia y más colaborar con el Gobierno”. Parece que la demagogia la inventó Clístenes (año 509 antes de Cristo) para combatir el poder de la aristocracia. Los ciudadanos se constituían en asambleas y desde ellas ejercían cierta presión contra las injusticias. No sabemos cuando la demagogia comenzó a significar algo peyorativo en detrimento del pueblo reunido.
También la democracia ha tenido distintos significados a lo largo de la historia. Existe la democracia directa y la indirecta. En la primera todos los ciudadanos tiene iguales derechos. En la segunda no ocurría lo mismo. En Grecia estaban excluídos los esclavos, metecos y asimilados. En los cortes medievales fue perdiendo importancia la asamblea al tiempo que fue en aumento el poder de aristócratas y burgueses, al menos hasta la revolución francesa, que es donde aparece de nuevo el ciudadano.Volviendo a la situación actual española casi todos los analistas dicen que después del 2O de diciembre no tendremos ya mayoría absoluta. Quiere decirse que se pondrá fin al triunfalismo de un solo partido contra todos los demás. Estirará la pata la llamada dictadura aritmética contra todo planteamiento irracional. Y se acabó al mismo tiempo el abuso del decreto ley como solución de emergencia. A partir de este momento no habrá mas remedio que pactar entre diversas agrupaciones. Antes del 20 de diciembre todo el mundo insinúa que las ejecutivas irán a la casa del otro a felicitarse por el bodorrio. Los partidos son como esos pájaros que cantan en un sitio y ponen los huevos en otro, pero quizás sepamos a ciencia cierta quien hace democracia y quien hace demagogia, en el peor sentido que le damos hoy. Se acaba la legislatura en el Parlamento y las bancas del PP se han roto las manos aplaudiendo a Rajoy en agradecimiento a lo que cobraron durante estos cuatro años que se acaban. Veremos si estos presupuestos, calificados de electoralistas y no poco forzados, los gestiona el PP o los heredan otros partidos.
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