Casi toda nuestra mente es inconsciente. No lo digo yo, sino que lo afirman los psicólogos que, admitiendo la existencia de zonas desconocidas para la consciencia, no terminan en ponerse de acuerdo sobre su dimensión real en el conjunto de nuestras actividades. Hay que prestar atención a lo que decimos sin querer y hacemos sin pretender, porque refleja con la clara rapidez del primer brochazo sobre un lienzo lo que realmente pintamos en la vida.
Digo esto a cuenta del aparente desliz (esa fue mi apreciación) cometido por el portavoz socialista de Diputación, Juan Antonio Lorenzo, que en una rueda de prensa celebrada para denunciar los “continuos ataques y agravios” de Mariano Rajoy a la comarca del Almanzora (como todo el mundo sabe, una de las manías del Presidente) dijo -o se le escapó- que le resultaba “incomprensible en época electoral” que el Gobierno haya desestimado construir una subestación eléctrica en Baza y una línea eléctrica hasta Vera, atravesando la agraviada comarca. Dejemos por un momento las conducciones eléctricas y fijémonos en el chispazo inconsciente que supone no dar crédito a que un político no diga a todo que sí durante una campaña electoral. No soy psicólogo y no quiero que tomen esto por un diagnóstico, pero podría pensarse que para el portavoz socialista lo normal es que los políticos, y especialmente en campaña, deben comprometerse, apoyar, respaldar, asegurar y sumarse a cualquier propuesta u ocurrencia que se les plantee. Otra cosa es que, con la misma facilidad con la que se dice que sí a algo, ese algo sea olvidado. Y no hace falta ahora que les recuerde los numerosos compromisos del PSOE almeriense de los que sólo hay recuerdos. Pero no conviene obsesionarse tampoco con ello porque, como decía Nietzsche, la buena memoria a veces es un obstáculo al buen pensamiento.
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