Cuando queremos, podemos

Sin apenas darnos cuenta han pasado ya diez años desde que Almería acogió la celebración de la XV Edición de los Juegos Mediterráneos, unas semanas que van cobrando, a medida que pasa el tiempo, una altura cervantina que nos hacen decir de ellas, como hizo el autor de El Quijote sobre la Batalla de Lepanto, “la más alta ocasión que vieron los siglos”. Salvemos las distancias del combate contra el Turco y volvamos al “Juntos Podemos” que durante un tiempo fue la insignia que enarboló la flota de la sociedad almeriense, navegando en la misma dirección y aprovechando los vientos favorables. 
Y más allá de las habituales lamentaciones –tan almerienses- sobre las oportunidades perdidas y el tránsito interminable entre la queja y el puñetazo baldío sobre la mesa, los almerienses debemos admitir que, si podemos cuando queremos, debemos querer poder para apartar de una vez los lamentos, las comparaciones dolientes y el cuaderno de agravios que coleccionamos con la minuciosidad entomológica del que colecciona cucarachas pudiendo compilar mariposas. Así que hagamos el ejercicio de comparar no sólo cómo estábamos de felices y orgullosos hace diez años, sino sobre todo contrastemos cuál fue nuestra actitud e impronta antes y durante los Juegos: una mentalidad de colaboración e ilusión colectiva que desde entonces nunca ha vuelto a darse. Por eso, al cumplirse diez años de aquello, pensemos en que si una vez pudimos, volveremos a poder si queremos. Almería necesita promover y alentar una conciencia social que reconozca nuestras capacidades y fortalezas, potencie nuestra autoestima y nos ayude a proyectar una buena imagen de nuestra ciudad y nuestra provincia; un espíritu que alimente la esperanza del conjunto de los almerienses. Así que, aunque sea a través de conjuros y sortilegios, recuperemos ese espíritu del pasado.