Pedro Manuel de La Cruz
01:00 • 15 nov. 2015
Cuando en el mediodía tardío del viernes 12 de junio Luis Rogelio comenzó a recoger sus recuerdos personales del despacho de Alcaldía en la segunda planta del antiguo Preventorio, lo que más desasosiego le producía era la situación de desamparo en la que quedaban los concejales y colaboradores con los que había recorrido los últimos doce años de la ciudad.
El cansancio de la alcaldía no alcanzaba los niveles insoportables del hastío, pero, como les había anunciado durante los dos últimos años a sus concejales más cercanos- Carlos Sanchez, Manuel Guzmán, Juanjo Alonso-, la hora de que volaran solos estaba llegando. Quizá ninguno tomó nunca en serio la confesión- cosas de Luis Rogelio, pensaban-, pero quien sí lo creía era él mismo; el único que podría tomar la decisión.
La llamada esa misma mañana de Miguel Cazorla anunciándole su apoyo a Pérez Navas como alcalde le sorprendió, pero, tras el impacto demoledor de aquella decisión políticamente inesperada, el desgarro no traspasó los límites de la decepción política y personal. Como canta el verso de La Profecía “y na de pegarse un tiro, ni liarse a maldiciones, ni apedrear con suspiros los vidrios de tus balcones”. Luis Rogelio nunca había sido el que más había querido a Cazorla y con eso tenía bastante para comprender ese desamor compartido de aquel día pero cultivado desde mucho antes. La decisión del concejal de Ciudadanos sólo le dejó un amargo sabor de boca.
Lo que no iba a hacer era asumir la marcha desde el andén de la indiferencia. En aquellas horas y mientras guardaba la foto oficial con el Rey cuando era Príncipe y las más personales de su abuelo, de Malena niña recibiendo una carantoña de un jovencísimo Javier Arenas, un antiguo crucifijo de plata y algunas carpetas con anotaciones- apenas llenó una bolsa de deportes con todo-, tuvo tiempo para hablar con el presidente del Gobierno, con el presidente andaluz del PP y con Rafael Hernando para “organizar” la respuesta a la decisión de Cazorla.
Fue entonces cuando la maquinaria de Moncloa y Génova se puso en marcha y la decisión de hacer alcalde a Pérez Navas (festejada en un encuentro inesperado en El Puga una hora antes entre el líder de Ciudadanos, Sánchez Teruel y Sonia Ferrer- oye, ¿por qué no firmamos esta tarde en la sede de Ciudadanos el acuerdo en un acto protocolario ante los medios?-propuso un Cazorla más protagonista que nunca- “bien, vale- respondió sorprendido Teruel) comenzó a perder consistencia.
Pasado el umbral de la media noche de aquel viernes de vísperas frenético de llamadas, informes y presiones políticas y periodísticas, el futuro resultó tan efímero que ya se había convertido en pasado. Madrid ordenó por teléfono a Cazorla que no apoyara a Pérez Navas. Luis Rogelio continuaría siendo alcalde.
Aquella mañana Luis recogió a Cazorla en su casa y en el coche, camino del Auditorio, el desautorizado líder de Ciudadanos le confirmó la abstención de los tres concejales de su grupo, “pero que sepas que, si por mí fuera, ni vivo ni muerto tú continuarías siendo alcalde”. --¡Qué sorpresa!- pensó Luis desde el silencio.
Lo que, por desconocimiento o por olvido, nadie valoró entonces fue la propuesta planteada por Juanma Moreno meses antes en la que se comprometía proponer en el congreso del partido en marzo próximo que, a partir de entonces, los estatutos consagraran la máxima de “una persona, un cargo”.
Con ese antecedente, con una frase “dejada caer” con irónica inocencia en un despacho del poder popular en la provincia y con alguna confesión cómplice, en mi Carta del 20 de septiembre escribí que “Luis Rogelio lo tiene claro. Ya ha hecho pública su decisión de no volver a presentarse a la alcaldía. Si el PP aprueba la incompatibilidad, adelantará la decisión y hasta es posible que opte por cruzar el río en un puente construido por él antes de llegar al puente estatutario. Claro que, si esto sucede, se abre otro interrogante: ¿Quién le sustituye en la alcaldía? Todos los caminos conducen a Ramón Fernandez Pacheco. Su posición en el organigrama del poder municipal le sitúa en un lugar de privilegio. Cuenta con el apoyo de Luis Rogelio y también de Gabriel Amat. No genera aristas y, por biología, tampoco las arrastra. Está, por tanto, en una posición privilegiada”
A las 11, 15 de aquel domingo 20 de septiembre sonó en mi móvil el anuncio de que un whatsapp acababa de entrar.
-Buen análisis. Muy acertado.
En la cabecera de la pantalla aparecían las palabras Luis Rogelio Ro…y un laureado corazón dividido en líneas rojas y blancas rodeado por la leyenda “La historia se escribe latido a latido”.
La pregunta inevitable es ¿por qué adelantó el alcalde a Javier Romero en la Cadena SER el anuncio oficial de su marcha el pasado lunes? ¿No podría haber esperado a después del 20D, tras las elecciones o, incluso, hasta que en primavera el congreso del PP apruebe la propuesta estatutaria de Juanma Moreno sobre la incompatibilidad de cargos?
Las respuestas a estos y otros interrogantes sólo puede responderlas el afectado, pero nada impide acercarse desde la lógica a un laberinto que se antoja más aparente que real.
Con su decisión Luis Rogelio ha diseñado una jugada de billar a varias bandas. Por una parte es él quien marca los tiempos y quien construye el puente por el que atravesar el rio de su abandono y, sobre todo, al hacerlo así facilita la elección de su sucesor ¿Cómo? Muy sencillo.
La única amenaza para que Fernandez-Pacheco no fuese elegido alcalde se podría dar si Ciudadanos cambiara su abstención del Pleno de investidura por el apoyo a Pérez Navas. Esta hipótesis, por más que el PP no llegue a comprenderlo tras el síndrome de lo ocurrido en junio y al PSOE le horrorice por el precedente de la vergüenza de aquella mañana de San Antonio, es inviable. Si Cazorla cumplió con todo el dolor de su corazón y de su rencor el mandato de la dirección nacional de Madrid de abstenerse para facilitar la elección de Luis Rogelio, ¿por qué habría de cambiar ahora su posición cuando el candidato que propone el PP no cuenta con su animadversión, al contrario, es el concejal - ¿el único?- con el que mejor relación tiene el dirigente de Ciudadanos?
Pero esta situación, que bloquea cualquier veleidad revisionista de Cazorla, podría verse modificada después del 20 D si la aritmética electoral ofrece unos resultados incómodos o demoledores para los populares.
La abstención de Ciudadanos es obligada ahora, pero podría no serlo en enero si el PP pasa a la oposición y Ciudadanos y PSOE forman gobierno, probabilidad difícil pero posibilidad no descartable. Y, en la mejor de las hipótesis- acuerdo entre PP y Ciudadanos en el Gobierno nacional-, la posición de los tres concejales del partido de Rivera en la capital sería siempre mucho más fuerte entonces a la hora de alcanzar acuerdos de la que tienen hoy. Luis Rogelio y Cazorla lo saben. Por eso el primero opta porque el relevo se produzca cuanto antes y el segundo quiere esperar la llegada de los Reyes Magos.
La decisión última sobre el cuándo y el cómo corresponde a Luis Rogelio. El PP andaluz ya le ha transmitido su respeto y respaldo a los tiempos que elija. De él y solo de él depende si el cambio se produce en las próximas semanas o después de Navidad. El alcalde guarda silencio y analiza con Gabriel Amat y sus desorientados concejales- nunca esperaron que la decisión fuese tan rápida- la mejor opción.
A pesar de su premeditado silencio, un factor que puede decidir el camino de salida de ese cruce de caminos es la voluntad de que la duda no se eternice reduciendo, así, el uso político que, legítimamente, la oposición está haciendo de su marcha. Si hay que pasar el Cabo de las Tormentas- piensa-, crucémoslo cuanto antes para que la tormenta de unas semanas no acabe convirtiéndose en un huracán de meses en el que los daños serán mayores.
Después de saber el Qué, el Por Qué, el Quien y el Para Qué, solo queda saber el cuándo. Habrá que esperar. Pero no mucho. Al tiempo.
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