La última encuesta del CIS permite inferir unas cuantas conclusiones acerca de la vida política nacional. La primera y más difícil de interpretar es la que anuncia un porcentaje de indecisos muy elevado: el 41%. Se trata de voto oculto. El voto de ciudadanos que saben lo que van a votar pero no quieren decirlo porque les avergüenza o por desinterés por la cosa pública. A veces, el resultado de un debate puede resolver las dudas de alguno de los indecisos.
Sin mayoría absoluta La segunda conclusión a la que nos lleva el estudio del CIS es la más evidente: pese a la pérdida de la mitad de los apoyos obtenidos en los anteriores comicios, el PP sigue siendo el partido más votado. Pierde la mayoría absoluta, pero puede aspirar a formar un gobierno con el apoyo parlamentario de Ciudadanos, fuerza de centro derecha que irrumpe con ímpetu arrollador en el sondeo. Es una posibilidad aunque oído sus discursos de campaña está por ver que Albert Rivera acabe apoyando a Mariano Rajoy.
La otra noticia que anticipa el CIS es la fragmentación del Parlamento y el fin del bipartidismo imperfecto que hemos conocido a lo largo de los últimos años en España. En ese renglón se contiene un dato importante: los partidos nacionalistas dejan de tener la llave de la gobernación del país. Un escenario que no se repetirá en la próxima legislatura... salvo que la prognosis del CIS yerre y el PSOE obtuviera cuarenta diputados más de los alrededor de 90 que le atribuye el sondeo.
El PSOE, muy castigado Visto que el CIS pronostica que el PSOE recibirá un duro castigo en las urnas, otro escenario que se avizora es el de las dificultad de Pedro Sánchez para mantener la secretaría general. Peligra su cabeza si no consigue algún escaño más de los 110 que cosechó el partido con Pérez Rubalcaba como cabeza de lista. Pero todo está en el aire. La clave está en el voto oculto, en los indecisos. Ellos van a decidir el color del futuro Gobierno de España.
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