El Sol de Villalán, que no de Portocarrero

Ginés Valera
23:35 • 27 dic. 2015

En esta colaboración voy a proclamar la misma tesis que mantiene el cronista oficial de Canjáyar, Emilio Esteban Hanza, explicación distinta de la que se ha venido erróneamente arrastrando desde hace tiempo entre almerienses y algunas instituciones, lo que es más preocupante. Empezar diciendo que la Iglesia Catedral de Almería, que tiene por titular a Nuestra Señora de la Encarnación, se concibió en su origen  como una fortaleza a la vez que  templo dedicado al culto Católico. La primera piedra se puso en 1524 por el Obispo Franciscano Fray Diego Fernández de Villalán y la ornamentación renacentista vendría años después  (1550-1573) de manos del artista Juan de Orea, con sus portadas. Para el tema que nos ocupa, detengámonos en las figuras de los Obispos protagonistas de la controversia: Diego Fernández de Villalán  (cuyo mandato se extiende de 1523 a 1556) y Juan del Castillo y Portocarrero (1602-1631).


Simbología cristiana Si observamos muy atentamente las imágenes que acompaño, se pueden contemplar en las vetustas piedras de los muros catedralicios dos soles, que en la tradicional simbología cristiana representa a Jesús Resucitado, un sol brillante que alumbra el mundo y triunfa en las tinieblas de la muerte: mientras que el primero  es un relieve grandioso, está tallado en el paño de levante orientado al sol naciente, visible desde la Calle Cubo por donde procesiona la Santa Cena (en el exterior de la Capilla del Santo Cristo de la Escucha donde se encuentra el sepulcro de Villalán), e icono típicamente almeriense, imagen de la Universidad y de la Diócesis y reproducido mil veces… el segundo es casi imperceptible a pie de calle, incluido mínimamente en el escudo episcopal de Portocarrero, cuartel izquierdo, adherido en el muro Norte de la torre principal, del homenaje. 
Al comparar ambos astros, se concluye que no se asemejan en nada:  en tamaño (uno enorme, con 36 rayos y el otro minúsculo, con solo 16); el de Villalán tiene una orla con un cordón de laurel, mientras que el de Portocarrero solo tiene como adorno una inscripción “ANOD1610”; el primer sol no es heráldico (pues lo característico del escudo episcopal de Villalán son dos perros alanos que también figuran en la fachada principal de la Iglesia de Santiago Apóstol) y tiene rostro antropomorfo, mientras que el segundo sí es de armas y la cara apenas está abocetada.


Error histórico Pues bien, Esteban Hanza resulta más que convincente en su alegato para defender que el radiante sol más conocido de Almería no fue ordenada su ejecución por Portocarrero, sino por el Obispo Villalán y que el causante de este error histórico fue el Alcalde Gómez Angulo que en 1968 creó un galardón para difundir la marca turística de nuestra tierra con el nombre de “Sol de Portocarrero”.  La mecha ya estaba encendida.
¿Qué argumentos avalan su tesis? Uno muy concluyente prueba que el controvertido “sol del cubo del ábside” fue esculpido en la propia sillería del lienzo catedralicio en el año 1555 rigiendo la Diócesis el Obispo Villalán, como se ha adelantado, y no bajo mandato del Obispo Portocarrero que se inicia varios años después, en 1602. Por lo que es cronológicamente imposible que este último pudiera ordenarlo más de 40 años antes y con cuatro Obispos entre medio: Antonio Corrionero de Babilafuente (1557-1570), Francisco Briceño (1571-1571), Diego González (1572-1587) y Juan García (1587-1601). En cambio, sí hay constancia de que bajo Portocarrero se proyectara la torre principal, del homenaje, y que sobrepusiera su escudo heráldico en la piedra con la fecha 1610.
A mayor abundamiento, es costumbre secular  que cada Obispo designe su capilla funeraria, dejando Villalán escrito en su testamento que fuera enterrado en la capilla por él construida del Santo Cristo de la Escucha, en cuyo muro exterior se abre el cuestionado sol. En cambio, según relató el entonces Archivero de la Catedral,  Don Juan López, presente en el momento en el que se encontraron los restos, fue a raíz de unas reformas en la capilla  del Sagrario, cuya construcción había concluido durante su episcopado,  cuando el Arquitecto Fernando Cassinello halló el cuerpo del Obispo Portocarrero prácticamente intacto, con sus vestimentas y anillo episcopal perfectamente compuestos. Sirvan, pues, estas líneas para contribuir a deshacer de una vez la errónea paternidad del sol de la torre absidal que se ha convertido en símbolo de Almería.







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