Roquetas: del sueño de los millones al despertar de la muerte

Juan Torrijos
01:00 • 29 dic. 2015

Sólo han pasado unas horas y Roquetas de Mar se nos convierte de la tierra del sueño y los millones en la de la muerte, el enfrentamiento enconado y racial. Sólo unas horas han transcurrido y la lluvia de millones cantadas por las niñas de San Ildefonso se convertían en fuegos que recorrían las calles de algunas barriadas del municipio. A la lluvia de millones le siguió la lluvia de policías para controlar a unos ciudadanos que descontrolados pedían justicia por la muerte de una persona. Tras la lluvias de millones que llenaron de sueños el municipio llegó la lluvia de piedras que buscaban los cuerpos de la policía que intentaban llevar un poco de calma a los acalorados cuerpos de unos ciudadanos. Roquetas ha vivido en menos de dos días la ilusión y la rabia, la esperanza y la desesperanza, el abrazo y el navajazo, la alegría y la pena de ver en qué nos podemos convertir los seres humanos. De lo que estaba siendo la alegría de una fiesta se pasó a la tragedia de la muerte. De los cantes a los gritos, de la guitarra a la navaja. Las cuerdas de la guitarra dejaron de sonar, las palmas no siguieron llevando el compás, calló la voz su canto y una albaceteña, clara como la luna nueva que buscaba nacer, se abrió durante unos segundos para truncar la vida morena de un hombre de sólo cuarenta años. 
Sobre el asfalto la sangre roja pedía justicia a raudales. Enmudecían las voces flamencas en la larga agonía de la noche y se despertaban viejas, caducas y rancias querellas humanas olvidadas. ¿Olvidadas? Eso creíamos, que estaban olvidadas. Pero vemos que no es así, que están ahí, latentes, esperando aflorar, insatisfechas. No hemos sido capaces a lo largo de todos estos años de doblegar al monstruo que todos llevamos dentro. Y dice la policía que todo fue por una discusión de tráfico. 
Trágico el despertar de ese monstruo, que navaja en mano se llevó el sueño de inocentes alegrías, de efímeras ilusiones, de sentirnos mayores. ¿Mayores? ¿En qué y de qué nos sentimos mayores? Ejemplos como los que acabamos de vivir en Roquetas demuestran que como sociedad libre y justa no hemos crecido demasiado. Más bien ha ocurrido todo lo contrario: Cada día más dividida, más enfrentada y con la navaja en la mano.







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