Por el bien de España

Cuando elijo una editorial, que me garantiza mejor promoción del libro que he escrito, o porque me ofrece un adelanto más sustancioso por el que voy a escribir, no lo hago por razones egoístas, sino por amor a España.
Cuando me voy de un medio de comunicación a otro, no es porque me paguen mejor o me ofrezcan mejores contrapartidas por mis colaboraciones, sino por amor a España. Y, cuando Pedro Sánchez marea la perdiz de la alternativa de gobierno, y pone en peligro el futuro del Partido Socialista Obrero Español, no lo hace por egoísmo, sino por salvar a España.
Cuando Mariano Rajoy propone una tripartito o coalición, y se ofrece a presidir ese gobierno, no me cabe la menor duda de que lo hace por España. Y cuando todos los líderes políticos que hemos elegido en las urnas amagan y no dan, farolean y no deciden, mientras los inversores aguardan a que se aclaren, no lo hacen por intereses personales, sino por el bien de España.
Nunca tantos conspiraron tanto y barajaron las combinaciones más barrocas como ahora; nunca tantos estuvieron de propuesta en propuesta, de conversación en conversación, tanto tiempo y con  tanta intensidad, todo ello, claro, por el bien de España. Y si no les sale, y hay que repetir las elecciones, y volver a gastar dinero, y quitarnos, con la obligación del voto, ese día de asueto a la semana que nos hemos ganado, no será sino por ese exceso de amor a España.
Incluso este artículo está escrito por amor a España, lo que no quiere decir que no vaya a cobrarlo. No voy a ser menos. Si tan preclaros servidores públicos trabajan con denuedo por patriotismo, yo también. Me han sacado de un inmenso error en el que he estado inmerso durante muchos años. Creía que trabajaba por la paga, por el eco que pudiera tener mi trabajo, incluso por la vanidosa razón de ser algo conocido. Pues no. Ya me he dado cuenta. Todo lo he hecho por amor a España. Como dice mi tía Pascualina, ustedes se lo creen y así todos mentimos.