¿Adiós a la “hermosa sombra” que nos han ofrecido los pitacos?

Juan Torrijos
23:26 • 14 ene. 2016

Durante muchos años los almerienses hemos leído una columna en la prensa que con el sugestivo nombre de “a la sombra de un pitaco”, escribía Antonio Zapata. Hace unas semanas se nos informaba de que las pitas y los pitacos que jalonan parte de nuestra costa, donde se cobijaba Antonio en las calurosas tardes del verano almeriense pueden desaparecer. Todo se acaba, por acabarse hasta los pitacos jaleados por Antonio. ¡Quién nos lo iba a decir hace unos años! Lo que desde algún gobierno se pensó como una fuente de ingresos en los duros años cuarenta y cincuenta para la seca Almería, sólo nos ha dejado, con el paso del tiempo el titular de una importante columna en la prensa diaria almeriense. ¿Han rendido un servicio los pitacos a Almería y a los almerienses? Si lo miramos desde el aspecto económico es posible que no, pero han dado sombra a miles de lectores cuando leían la columna de Zapata. ¿Dónde se refugiará Antonio y nosotros, ante el sol de justicia de nuestra tierra cuando le quiten y nos quiten sus preciados y cantados pitacos? 
En el camino a Retamar, los que hemos pasado muchos veranos en esa zona, hemos viajado cada día junto a los pitacos, nos acostumbramos a ellos y su elegante figura nos acompañaba, casi sin darnos cuenta, durante los largos paseos. Siempre te encontrabas a alguien que te contaba la historia de cómo habían llegado los pitacos a Almería y lo difícil que era hacerlos desaparecer. Aseguraban que las raíces eran tan profundas que una y otra vez aparecían sobre la tierra cuando creías que habías acabado con ellos. El pitaco llega para quedarse, te dicen, se adapta al terreno, se encariña con él y no lo va a soltar fácilmente. Los políticos de ahora nos dicen que van a acabar con parte de ellos y con las pitas. Si la leyenda que se cuenta es cierta, habrá que esperar unos años para comprobarlo. Leyenda o no, lo cierto es que el paisaje de esa parte de la ciudad ya no será lo mismo para los que hemos vivido “a la sombra de un pitaco” que hizo famoso Zapata.
Los tiempos pasan y nuevas decisiones cambian nuestro diario paisaje. No es mejor ni peor, es el sino de la historia, pero algunos vamos a sentir la morriña al ver desaparecer lo que ha conformado parte de nuestro cuadro diario: ese alto y enteco pitaco que se asomaba cada mañana de verano a nuestras vidas.







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