Son las Sánchez menos cinco

Según la “hora catalana” (la nueva majadería de los responsables del Barcelona C.F., ese equipo que jamás mezcla la política con el deporte) deben ser las Sánchez menos cinco, poco más o menos. Y es que parece cada vez más claro que se está configurando el plan que ya anticipó por guasap esta pasada Navidad la mujer del secretario general del PSOE: “Nos vemos en Moncloa”, decía con tono profético su felicitación. Y por mucho que sorprenda o inquiete, todo apunta a que el candidato que inició su carrera presidencial arropándose en una bandera de España del tamaño de una pista de pádel, se ha garantizado ya los apoyos que le van a permitir ser investido como presidente del Gobierno, a pesar de haber dirigido la mayor derrota electoral de la historia del PSOE. Y tampoco deja de tener gracia que el único partido que lleva a España en sus siglas vaya a acabar propiciando un gobierno sostenido por una amalgama de partidos muy diferentes, unidos tan sólo por un odio psiquiátrico a la idea de España. En lugar de procesar ese “tiempo nuevo” que marcan los resultados electorales como una oportunidad de buscar un acuerdo mayoritario con partidos unidos por la idea común de la unidad de España, la igualdad de todos los españoles y la pertenencia a Europa, el señor Sánchez prefiere repetir los experimentos lisérgicos que tan espectaculares resultados están produciendo en muchos ayuntamientos: los pactos de cabalgata radical. El señor Sánchez, que por no ser, no ha sido ni concejal, pretende así enmendar la plana al Fondo Monetario Internacional y a los analistas de medio mundo que recomiendan un gobierno estable y moderado para continuar creando empleo. Puede que el señor Sánchez esté ahora muy contento al ver que va a alcanzar su sueño de ser presidente. Lo que ni él ni nadie sabe es qué demonios va a acabar presidiendo este nuevo contador de nubes.