Los agricultores creen que casi nadie votaría pensando en ellos

Agrofilia (2): El presente y el futuro de la Agricultura casi nunca ocupan el debate político

Jacinto Castillo
19:01 • 18 jun. 2023

Cada convocatoria de Elecciones Generales proyecta una serie de temáticas consideradas influyentes en el electorado según el criterio de cada sensibilidad política. Nunca o, casi nunca, la Agricultura como gran fenómeno económico, antropológico y ambiental ha sido esencial en las batallas electorales. Salvando la polémica de los freseros de Doñana. A parecer, la Agricultura solo es un caladero de votos para determinadas tendencias políticas que instrumentalizan el descontento histórico de los agricultores y su sensación de ser ciudadanos de segunda. Nunca o casi nunca los grandes temas que determinan el presente y, sobre todo el futuro de la Agricultura, ocupan el primer plano del debate político, por mucho que el hecho agrícola sea uno de los ejes que vertebran una gran parte de la sociedad en su conjunto. Incluso, muchos agricultores creen que nadie ajeno al medio agrícola votaría en favor de sus intereses.



La Agricultura es más que un sector productivo. En realidad, es un ámbito complejo de la Civilización y un espacio adaptado y evolucionado del medio natural. Generación de riqueza, fenómeno antropológico y relación con la Naturaleza podrían ser las tres grandes facetas de esta actividad. Los agricultores son empresarios, depositarios de uno de los rasgos originales del proceso civilizador y, en definitiva, protagonistas directos de la relación de la Humanidad con el entorno natural.



Fuera de sus propios límites, los agricultores asumen el papel de gestores de la disponibilidad de la mayor parte de los alimentos básicos y, al mismo tiempo, son los responsables directos de la modificación del paisaje y de los efectos ambientales que dicha transformación lleva asociada.



Esta doble percepción de la Agricultura desde la Sociedad no siempre tiene en cuenta la enorme diversidad de la Agricultura: climatologías diferentes, cultivos distintos, técnicas agronómicas diversas... pero también, agricultores independientes, cooperativas, empresas productoras, incluso fondos de inversión así como todas las combinaciones posibles.



La percepción social es mucho más simple. Para algunos, el agricultor preferido es un productor de pequeñas explotaciones que mantiene prácticas agronómicas ancestrales y que sigue vinculado al paisaje como si fuese el personaje de una especie de parque temático para visitar los fines de semana. Para otros, el agricultor es un agente destructor de la Naturaleza, que se resiste a la revolución ética que ha situado el medio ambiente en primer plano. En cualquier caso, la sociedad urbana no espera que el agricultor genere excedentes fruto de su actividad. Bien porque solo concibe como deseable al productor de pequeñas fincas económicamente inviables; bien porque considera rechazable aplicar a la producción agrícola conceptos innovadores de eficiencia y productividad acordes con parámetros económicos actuales.



Por supuesto que estas son solo dos visiones extremas, pero pueden servir como ejes de coordenadas para valorar la relación de la Agricultura con el resto de la sociedad.



El tercer eje es la percepción que los agricultores tienen de sí mismos. A tenor del discurso predominante de las organizaciones agrarias el agricultor se considera incomprendido, relegado en las prioridades políticas y, en extremo, desprovisto del reconocimiento que merece por el servicio que presta a la sociedad. En definitiva, una posición poco ventajosa en una consulta electoral general.




Temas relacionados

para ti

en destaque