La Política que se daba en el instituto

Los niños de los cincuenta recitaban los himnos del régimen en los colegios

Eduardo del Pino
15:00 • 09 ene. 2017

Para aquella generación de niños de los años cincuenta la Política empezaba en la escuela, delante del retrato del Caudillo y de la fotografía de José Antonio que presidían las paredes de las aulas. La Política en el colegio no era una asignatura, sino un recordatorio permanente que había que tener en cuenta todos los días cuando antes de acabar la jornada había que cantar el cara al sol, uno de esos himnos que tantos niños se aprendieron de memoria sin llegar a comprender jamás qué significaba la letra.
 
La Política iba de la mano de la Religión y junto a la foto de Franco aparecía siempre el crucifijo que presidía la pared central del aula y la figura de la Virgen que permanecía arrinconada durante el año hasta que por el mes de mayo los maestros le quitaban el polvo y la colocaban en un altar para que los niños la llenaran de flores. La Política y la Religión tenían entonces un denominador común: el miedo. El temor a infringir las estrictas normas que se imponían en el colegio, el miedo a pecar que estaba presente en cada momento y que los maestros estaban obligados a recordarlos para que los niños los tuvieran siempre en cuenta y vivieran permanentemente con esa doble espada de Damocles encima de sus cabezas.

La Política a pequeñas dosis que impartían en los colegios se oficializaba después cuando los muchachos pasaban al instituto y se encontraban con una asignatura desconocida, la de Formación del Espíritu Nacional, que llegó al Bachillerato en el año de 1940, y durante más de veinticinco años estuvo presente en los institutos con desigual importancia. Empezó siendo una disciplina fundamental y terminó convirtiéndose en secundaria, o como antes se decía, en una ‘María’, que se aprobaba sin estudiar, tomando apuntes en clase y contestando a las preguntas ya sabidas que formulaba el profesor. A la Formación del Espíritu Nacional se le conocía popularmente con el nombre de Política, por su empeño constante en inculcar en los estudiantes los valores que pregonaba la dictadura. Había que recordarles quién había ganado la guerra, quiénes habían sido los buenos y quiénes los malos, y lo mucho que el nuevo régimen estaba haciendo por ellos y por España. La Política sonaba a guerra antigua, a batallas de abuelos, a cruzadas que ya quedaban lejos para las nuevas generaciones de adolescentes.

El primer libro de Política que  llegó a los centros educativos fue ‘Así quiero ser’, editado en Burgos. Recogía todos los fundamentos de la nueva ideología, con continuas exaltaciones a las figuras de Franco y de José Antonio Primo de Rivera. El objetivo era formar “al niño del nuevo Estado”, en una patria “una, grande y libre”. 
El texto les enseñaba a los jóvenes conceptos considerados entonces como “indiscutibles’, como que “el Caudillo es siempre el ciudadano mejor, el más selecto, el superior”, y por lo tanto, “sólo responde ante Dios y ante la historia”, decía en uno de sus capítulos. 

Los niños, recién llegados al instituto, cantaban a coro frases como “yo quiero una España imperial que me recuerde la de los Reyes Católicos”, que se la aprendían la memoria como si fuera el Padre Nuestro.  Las niñas tenían su propios libros de Política, donde las adoctrinaban para hacer de ellas “la mujer ideal”, dentro del contexto que el régimen dejaba siempre a la mujer, que era el de la familia. Con el paso de los años la asignatura fue perdiendo el furor de los primeros tiempos y los símbolos se fueron quedando por el camino. La mejor muestra del cambio de época llegó en 1958 cuando la editorial Doncel sacó al mercado el libro ‘Vela y Ancla’, donde además de las espléndidas ilustraciones de Celedonio Perellón, se incluían textos de Azorín, Baroja, Unamuno y Machado, entre otros grandes escritores, que eran la esencia de la obra, por encima de las obligadas alusiones al régimen, que habían pasado a un segundo plano, derrotadas por la literatura.

En Almería, muchos de los profesores que impartían Formación del Espíritu Nacional solían dar también Educación Física. Algunos de ellos se formaron en la Escuela Nacional de Mandos de Madrid y tenían la titulación de Instructor Juvenil.

En el instituto masculino se encargaban de la Política profesores muy reconocidos en su época como Francisco Salmerón Herrera, Francisco Herrerías y Rafael Pinazo. Por el ‘Celia Viñas’ pasaron Natalio Pascual Sarmiento, Luis Jesús Salvador, más conocido por ‘Luje’ o José Cerrudo, que además de las clases de Política era una atleta integral y hacía exhibiciones con las anillas para deleite de sus alumnos. Llegó a ser director del Colegio Menor que construyeron detrás del Estadio de la Falange. La Formación del Espíritu Nacional desapareció de los planes de estudios con la Ley General de Educación de 1970 que implantó la EGB y el BUP.
 







Temas relacionados

para ti

en destaque