Camerino, uno de los lugares de ocio vespertino y nocturno más populares de Almería en la Rambla Obispo Orberá, cambia de manos. Su creador, su fundador, su ideólogo, Curro Verdegay (Kuver Producciones) lo traspasa a un nuevo dueño quien será quien a partir ahora dirija esta fábrica de buenos momentos en los fines de semana almerienses.
"Ni tan joven ni tan viejo" ha sido el lema que ha guiado este local de copas que nació en tiempos de pandemia y que ha protagonizado las noches de diversión de los almerienses durante los últimos años a base de música retro y actual y mucho buen rollo en su interior.
Con su decoración vintage, con sus baños forrados de fotogramas de cantantes y grupos musicales, con sus cintas de cassette flotando en las paredes, con su pantallas de televisión de los 70, con sus videos musicales, supo hacerse un hueco en ese nuevo espacio de tardeo y nocturnidad ociosa en la Circunvalación del Mercado rotulada a nombre de Ulpiano Díaz, aquel representante de toreros que salía con capa de madrugada.
Allí, entre tiendas de sombreros y otros bares de copas y tapas, Curro Verdegay, ha levantado estos años un andamio de entretenimiento y farra sana. Ha hecho Curro de Camerino, no un sitio donde se visten los actores, sino un lugar donde ocurren cosas, cosas sencillas de la vida, un lugar donde se siente cosas y donde se disfrutan, donde puede cambiar todo o no cambiar nada.
Camerino ha olido este tiempo a palomitas y a champán, a gomina y a gominolas, una antesala de lo que puede suceder o nunca sucederá, un pensar que todo va a cambiar para que nada cambie, vigilia de todo y víspera de nada. Para sus clientes, cada vez que entraban en camerino, era como un viaje a alguna o a ninguna parte. Se va Curro a su Teatro Cervantes, dejando un camerino bien engrasado, bien amueblado y el sábado se despide con una fiesta por todo lo alto para sus camerineros que ya se cuentan por legiones.
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