Es probable que ni siquiera sepa qué es Almería (tan solo la de Nebraska). Pero esta tierra sureña, como la algodonada que aparece en las novelas de Faulkner que, aseguran, gusta de leer, sí tiene algunas deudas pendientes con el país que acaba de empezar a patronear. Aunque no le suene a nada Almería, Trump si tendrá nociones, seguro, del Asunto Palomares. Y la expectación en el Levante almeriense es máxima para saber qué pensará sobre esa tierra contaminada por sus fuerzas aéreas que no se llevó su antecesor Lyndon Jhonson, ni la posterior retahíla de Nixon, Ford, Carter, Reegan, Bush (padre e hijo), Clinton y Obama.
A ver quién le pone el cascabel al gato en España, a ver si Rajoy o Alfonso Dastis o Susana Díaz se atreven, en algún momento, al nuevo ‘rey del mundo’ o a su gabinete, a mentarle Palomares, a decirle que se lleve sus ocho kilos de plutonio que duermen bajo tierra cuevana desde hace 50+1. No, no parece que vaya a ser fácil. Y la confianza en la opinión pública almeriense y en el propio alcalde de Cuevas ha mermado con respecto a la oportunidad que representaba Hilary, la única representante política norteamericana que sí demostró querer saldar la deuda.
Ahí está en las hemerotecas el ‘Acuerdo de la guitarra’, aquel que firmaron como una mera declaración de intenciones dos hombres de pelo blanco: el entonces ministro Margallo y el fantasmal secretario de Estado John Kerry en Madrid, en el otoño de 2015. Se filtró después que la descontaminación costaría más de 500 millones de euros, sufragados por ambas haciendas y que se construiría una carretera para transportarlos vía marítima hasta el Desierto de Nevada.
De todo eso qué sabe Trump, con su pelo amarillo, con su eterna corbata roja, qué cumplirá Donald, el nuevo emperador cósmico. Todo son dudas y el alcalde de Cuevas y la pedánea y sus mil vecinos, junto a los de la comarca, a los que de verdad les duele esta injusticia sideral, tienen poca confianza en solventar aquel error de precisión entre un B-52 y su nodriza.
De la actitud del gabinete de Trump con respecto al comercio exterior también depende una porción del queso de los ingresos hortícolas almerienses: EEUU es el sexto mercado de la economía almeriense y allí vendió por valor de 153 millones hasta noviembre del pasado año, el 5% de todas las exportaciones. No es baladí. Como tampoco lo es el crecimiento de las remeses de aceite de oliva de Tabernas y Canjáyar y los buenos oficios de los vinateros por ir creando nueva cartera de clientes USA.
Y sobre todo, hay un almeriense de Macael, Paco Cosentino y sus más de 2.000 empleados, que vivirán pendientes de cada gesto de Trump en los próximos meses. No en vano, el Silestone y el Dekton tienen sus principales ventas en el mercado norteamericano y mando en plaza en Houston.
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