El violinista de la calle Lope de Vega

Antonio Cuadra estudió música en Madrid. En 1927 dio su primer concierto en Almería en el salón de los Jesuitas

Eduardo D. Vicente
18:00 • 03 may. 2017

La vida cultural de Almería en los años cincuenta era escasa. Los pocos actos literarios y musicales que entonces se organizaban tenían como escenario el salón principal de la Biblioteca Villaespesa, en el Paseo, donde acudía un público selecto y minoritario.


Algunos jóvenes con inquietudes artísticas solían reunirse en casas particulares. En la calle de Almanzor Baja, hoy llamada José María de Acosta, vivía en aquel tiempo una viuda que fue mecenas  espiritual de muchos jóvenes artistas en los años de la posguerra. Se llamaba doña Ventura Ledesma Uruburu y era hija del ilustre abogado y escritor almeriense don Antonio Ledesma Hernández. En su casa, doña Ventura daba cobijo a poetas y músicos que ella convocaba junto al piano en las tardes de invierno al calor del café y la bandeja de pasteles. Su casa era centro de reunión de jóvenes intérpretes y escritores: Cuadra, Barco, Manuel del Águila, entre otros, solían visitarla con frecuencia, improvisando conciertos que eran seguidos con atención por todo el barrio.


El piano de doña Ventura estaba siempre sonando. Se podía adivinar cuál era su estado de ánimo por la pieza que estaba interpretando. Si  sonaban valses y fantasías es que estaba feliz como una niña; si se escuchaban las notas de un tango, es que se acordaba de alguno de sus amores imposibles; si interpretaba el Concierto de Mendelssohn, es que estaba inspirada, en plena erupción artística. 




En aquellas reuniones musicales destacaba el violinista Antonio Cuadra Román, que en los años cincuenta estaba considerado ya como uno de nuestros grandes talentos.  A pesar de su juventud, Cuadra arrastraba una amplia experiencia y era un músico reconocido dentro y fuera de Almería. 


Había nacido en el pueblo de Alhabia en 1910 y se había criado ligado estrechamente a la figura de su tía Filomena, propietaria de tierras y mujer de grandes inquietudes  artísticas. Ella fue la que financió sus estudios y la que hizo posible que el niño pudiera estudiar en Madrid. Ingresó en el Real Conservatorio de Música y Declamación con diez años de edad, terminando sus estudios en 1927. Ese año, en el mes de julio, le fue concedido el diploma de primera clase en las oposiciones organizadas por el conservatorio. 




Los éxitos del joven estudiante eran celebrados también en Almería, donde llegaban con puntualidad las noticias sobre los logros del violinista. Por fin, en octubre de 1927, Antonio Cuadra Román tuvo la oportunidad de presentarse por primera vez ante el público almeriense que lo idolatraba. Con motivo de la fiesta de Cristo Rey, los Jesuitas organizaron en su salón un concierto en el que Cuadra estuvo acompañado al  piano por el notable organista de la Catedral de Málaga don Emilio Espinosa. Cosechó un éxito tan importante que unos meses después, en la Semana Santa de 1928, Cuadra fue contratado por la emisora local de radio EAJ 18 para los conciertos sacros que emitía durante el Viernes Santo. 


Su presencia levantó tanta expectación que los organizadores lograron que el Ayuntamiento colaborara en la colocación de un potente altavoz en el entonces Paseo del Príncipe, donde se congregaron varios centenares de personas para  escuchar por las ondas al maestro del violín y a su acompañante, el pianista almeriense don Sebastián Orozco.
Cuadra venía cada vez  que podía a Almería, pero su vida estaba en la capital de España, donde en 1930 se incorporó a la Orquesta Clásica de Madrid, a la que perteneció hasta la disolución del grupo en los años de la Guerra Civil.   Tras la guerra, el joven violinista decidió establecerse definitivamente en Almería. Su mujer, Amalia Santaella Abab, con  la que se había casado en julio de 1935, era almeriense y tenía ganas de regresar. En 1942, Antonio Cuadra ganó por oposición una plaza de funcionario en la Delegación de Agricultura, lo  que le permitió echar raíces definitivamente en nuestra ciudad. 




En aquel tiempo compaginaba su actividad laboral con la música, siendo uno de los padres en la formación del Quinteto Municipal, junto a los artistas Francisco Sánchez López, Francisco Cruz Oña, Rafael Barco y Pilar Cela. El quinteto se presentó en Almería el 7 de enero de 1951.



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