¿Qué representa el Centro Experimental Las Palmerillas para Cajamar?
Es la mayor muestra de apoyo al sector agrícola, pues apostamos por el conocimiento. Nuestra actividad, además, ya no se ciñe solo a la producción de hortalizas sino también al sector del aceite, viñedos, frutas y al sector ganadero. Tenemos también otro centro en Paiporta, Valencia.
¿Cómo se trasladan los avances al campo almeriense?
Para nosotros siempre ha sido básica la gestión del riego y de los fertilizantes. Le hemos demostrado al agricultor el ahorro de costes que puede suponer. Igualmente, trabajamos la estructura del invernadero para mejorar las condiciones climáticas. Ya son una realidad común, por ejemplo, las ventanas centralres, que eran una excepción. Lo mismo ocurre con los plásticos en el suelo para retener el calor del día, la calefacción por biomasa...
El control biológico también ha sido otro de vuestros avances más notorios...
Sí, desde luego, pero ahora se mantiene una flora autóctona que sirve de reservorio de insectos beneficiosos para el control de plagas. Es decir, ya no existe la necesidad de introducir los insectos, porque están de forma continua. Eso es otro ahorro.
¿La altura de los invernadero es un factor relevante?
Así es. Cuanto más alto sea un invernadero las condiciones climáticas son mejores. Hace treinta años tenían una altura de tres metros y ahora algunos llegan a los siete..
¿No se podrían constuir entonces más altos todavía? ¿La producción no sería aún mayor?
Sí se podrían hacer, pero para el agricultor es un coste alto.
Hay quien dice que nos falta tecnología in situ...
Hay bastante tecnología. De hecho, tenemos la mejor tecnología adaptada a los climas cálidos. Ha habido menos desarrollo tecnológico en maquinaria y manipulado, pero no en producción agrícola.
¿Haría falta un centro de testación del mercado, para adaptarse a los gustos del consumidor? ¿Ese podría ser el siguiente paso en el sector?
Ese es uno de los objetivos que nos hemos puesto en Las Palmerillas a medio y largo plazo. Queremos desarrollar nuevos productos y alimentos. Una de las líneas de investigación es utilizar en la alimentación conservantes y estabilizantes surgidos de las hortalizas. Hasta ahora han sido químicos. Nestlé y Ordesa están interesados en el desarrollo de estos componentes.
Algunas empresas están fabricando gazpachos. ¿Este es uno de los caminos?
Todo este tipo de productos son de valor y se adaptan al nuevo consumidor. El gazpacho es el alimento español con mayor potencial mundial y curiosamente, la empresa que más vende es Pesi Cola a través de su marca Alvalle.
Se habla mucho de la concentración en el sector. ¿Hay movimientos?
Hay un proceso lento, pero continuado de creación de grandes centros agrícolas. Las mayores empresas facturan entre doscientos y trescientos millones de euros y el primer objetivo sería que en tres o cinco años hubiese cuatro o cinco grupos con facturaciones entre seiscientos y mil millones de euros.
¿Una de las cuentas pendientes es enseñar los invernaderos a los almerienses?
Totalmente. La agricultura representa el cuarenta por ciento de la economía almeriense y eso no se conoce. Si desapareciesen los invernaderos más de la mitad de los almerienses tendríamos que irnos fuera.
¿Cómo será la agricultura del futuro?
Más inteligente. Hay muchos factores que inciden en la producción y todo es medible. Se desarrollará maquinaria que ayude al agricultor en la toma de decisiones. Va a tener que saber más de informática que de tomates. El agricultor es cada vez más un empresario. Debe tener conocimientos de gestión empresarial.
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