¿Cómo era la vida del boxeador?
Era difícil, pero tenía que hacerlo fácil. Cuando tenía un combate dejaba de trabajar un poco y entrenaba. Hacía mucha montaña, iba a correr, porque no había gimnasios. Corría hora y media con mi hermano Pepe.
¿Echas de menos aquella época?
Bastante, por la juventud y porque el boxeo lo llevaba en las entrañas. Hoy se ha perdido. Había boxeo todas las semanas y mucha afición. Venían los del fútbol a ver si podíamos aplazar un combate cuando coincidía con un partido del Almería. Porque si era así la gente venía antes al boxeo.
Decía el torero Antoñete que ya retirado, cada vez que iban a salir los carteles de San Isidro estaba nervioso, como si a él lo fuesen a llamar para torear.
Sí, todavía tienes el gusanillo de no estar en un combate (sonríe). Los seis hermanos hemos sido boxeadores. Los tres menores fuimos profesionales, Pepe y yo campeones de España. Fui el primer almeriense en disputar un campeonato de Europa. Competíamos en Italia, Francia, Inglaterra...
¿Quién fue el rival más duro que tuviste?
He tenido muchos, pero recuerdo a Fabián Payo Bellanco, a quien le gané el campeonato de España. Fui dos veces campeón de España de peso mosca y uno de peso gallo.
Lo de los pesos debía ser algo muy estricto...
Muy duro. En peso mosca tenías que pesar 50,8 kilos y pasaba mucha hambre para mantener el peso. ¡De llorar! Mi padre tenía una tienda y por la noche me levantaba queriendo comer y no podía...
¿Por qué se ha marginado este deporte?
Por lo que se ve no les interesaba a los patriarcas. Lo quitaron de en medio. Decían que era un deporte muy bruto, pero es el más noble que hay. En el fútbol hay más violencia, dónde vas a parar. Después de pelear con mi rival nos íbamos a tomar algo y éramos los mejores amigos.
¿Cómo está hoy el boxeo?
Es más amateur y tienen más límites. Se ha acortado el tiempo de los combates. Ha perdido intensidad.
¿No dejaba secuelas antes?
Las secuelas no eran por el boxeo. Lo que no podías hacer era irte de juerga después de un combate. Tenías que descansar. Si sufrías un K.O. tenías que descansar un mes.
En Estados Unidos sigue habiendo mucha afición, ¿verdad?
Más al peso pesado. A mí me gusta más el boxeo en pesos ligeros, por la agilidad de los boxeadores, a excepción de Casius Clay,que se movía como quería. No pegaba, le pasaba como a mi hermano Pepe, que tenía una cintura como nadie. Era continuo, te hacía polvo. Te cerraba los pómulos y no veías.
¿Cuál era tu estilo?
Yo era más bien batallador. Estilista, pero fajador, porque pegaba más fuerte.
¿El buen boxeador es el que ataca bien o el que se defiende mejor?
El que se defiende mejor. El boxeo es pegar y no recibir.
¿Qué momentos han sido determinantes en tu vida?
Cuando empecé a trabajar en el Ayuntamiento como pintor y dejé el boxeo. Fue muy duro porque no se ganaba nada. Un amigo me recomendó que no me fuera y a los diez años cambió con la llegada de la democracia. Ya tenía un sueldo digno para vivir.
¿Cómo estás viviendo la fama de tu sobrino, de David Bisbal?
Como ya la vivimos nosotros antes, pero un poquito más. Él es muy humano y se desvive por Almería. A nosotros nos pasaba lo mismo. Mucha gente que no conozco me sigue parando y me recuerda anécdotas. Como te decía, el boxeo en los sesenta era el primer deporte en Almería.
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