Del mercado a la mesa: el triunfo de los platos preparados

Hoy, la comodidad y la rapidez imperan sobre las extensas jornadas en la cocina

Visitantes del mercado asisten a un concierto de villancicos.
Visitantes del mercado asisten a un concierto de villancicos.
Cristina Da Silva
13:00 • 30 dic. 2017

Lomo ibérico, mousse de pato o aguacates rellenos son algunas de las lindezas que adornan los menús navideños. Según los comerciantes, hoy se tiende a una mayor adquisición de platos preparados. 
En el Mercado Central, los hábitos de compra han variado. “Es cada vez más frecuente la venta de carnes que vienen ya cocinadas”, señalan Manuel, Ángel y Maribel, de la carnicería La Cueva. 




Los asados de Cascajares gozan de una creciente popularidad y muchos de los puestos los han incluido entre sus productos. Maribel elabora otros platos que no se venden ya cocinados, pero sí preparados para que sólo sea preciso hornearlos. “Rellenos de pollo y de cerdo, redondos de ternera… Lo que se ha cocinado siempre ahora viene ya hecho”. 




“También se compra género fresco, pero menos que antes”, añade. Continúan cosechando éxito el cochinillo, el cordero lechal y el solomillo de ternera. “Desde hace unos años, se está sirviendo también bastante pavo; así como chuletón de buey”. 




Para diversificar el negocio, han dispuesto botellas de vino junto a las latas de bonito del norte y pimientos del piquillo. Para los entremeses, son típicas las anchoas del Cantábrico, los patés y las tablas de quesos”, apunta Ángel, hijo de Maribel y Manuel. 




Mateu Escamilla dispensa carnes y embutidos desde hace 39 años. Loli, que continúa la labor de sus padres, asegura que “este año hay locura con las carrilladas de cerdo”.  “Tengo bastantes pavos encargados”, detalla. “Luego ya se piden huesos y gallina para sopas”. Resalta, igualmente, la mayor demanda de productos preparados. 
“Los clientes siempre buscan que les traigas lo mejor. Los habituales encargan desde primeros de mes. Más adelante se agotan determinadas piezas o, si las hay, no las traen del tamaño que se quiere”. 




“Intento facilitarle lo máximo posible al cliente para que en casa sólo tenga que cocinar”, recalca Loli. Mientras dice esto, muestra una bolsa de carne de pavo envasada al vacío que no lleva piel ni huesos. 




Luis Pardo comparte su experiencia desde el número 20. “Antes se vendían muchos kilos de carne para prepararla en salsa. Ahora se compra más solomillo, entrecot… Menos cantidad de unas piezas más delicadas”, explica.




Tanto él como sus compañeros de profesión perciben un mayor interés por sus productos en estas fechas. “Influyen varios factores. Entre ellos, el tipo de alimento que se busca, diferente a lo que se suele comprar. Y quizá también el trato más personal”. 


Said y Ángel ocupan el puesto 24, del que emana un olor a ahumados y a pescados en salazón que cuelgan de barras de acero inoxidable. Los abuelos de Ángel lo abrieron hace más de 40 años. La Selecta, nombre que recibe su charcutería/carnicería, este año dispensa “más chuletón de buey que antes”.  


“El buey suele servirse a la piedra, cortado en trocitos y sin hueso”, detalla Said. “Hoy la gente se decanta por las delicatessen, por lo gourmet”. 


Adilín, en el número 4, trabaja en el mercado desde hace 2 años y también despacha más platos cocinados esta Navidad. “Todos trabajamos y muchos no tienen ganas de pegarse la pasada para que los demás disfruten, porque siempre le toca a alguien”. “Además, los clientes que están ya jubilados tampoco tienen ganas de cocinar”.  


Botes de especias y cartelitos con ofertas para adquirir huevos camperos o conservas conforman la decoración del mercado. Y las guirnaldas rojas y las bolas de árbol gigantescas le confieren ese toque festivo propio de diciembre. 


La salchichería y carnicería del número 5 pertenece a Francisco Díaz, alias Paco. “Entré con 12 años y hoy tengo 60”, se presenta. Las mini hamburguesas, los medallones al ajillo o los jamoncitos al limón evidencian ese refinamiento en el gusto al que los entrevistados aluden. 


“Esto se está vendiendo una barbaridad”, afirma Paco, al tiempo que enseña una caja de pularda asada con su salsa de ciruelas incluida. Trae de 6 a 8 raciones y vale 30 euros. “A parte de la presentación, está buena”. 


“La forma de comprar ha cambiado. Almería antes era una isla incomunicada comercialmente. Las tiendas se abastecían en el mercado. En los 70 llegaban los autocares de los pueblos llenos y esto se convertía en un hervidero de gente”. 


“Después, fueron abriendo las grandes superficies. La plaza se ha convertido en un mercado de barrio especializado para poder diferenciarse del resto. Por eso, nosotros no vamos a precio, sino a calidad”, sostiene Paco. 


Al igual que los puestos del Mercado Central, La Juaida experimenta una subida de ingresos en los días que transcurren. Este negocio especializado en comidas para llevar anunció a primeros de diciembre sus platos especiales para la Navidad. 


Alicia lo define así: “Vienen a comprar personas que quieren aportar algo a la cena familiar y carecen de tiempo para prepararlo. Es el caso de matrimonios jóvenes en los que ambos trabajan y para los que el tiempo se ha vuelto muy valioso. El segundo cliente tipo es la persona mayor que antes cocinaba pero ya no puede abarcar tanto y prefiere comprarlo hecho”. 


La clientela habitual repite. “Hay quienes nos conocen, viven fuera de Almería y, cuando vuelven, nos encargan platos para llevarlos a casa. Uno aporta el pescado, otro la carne, otro los entremeses, otro el postre…”, concluye. 
 



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