Estás implicada en el futuro de la ciudad. ¿Hacia dónde vamos?
Sí, como presidenta del Vector de Movilidad e Infraestructura de Comunicación del Plan Estratégico Almería 2030 y como representante del Colegio de Ingenieros de Caminos. En este foro se habla de muchas cosas, como la ‘smart city’, la economía azul, que toma los mares y océanos como base de la economía, etc. Se busca que Almería sea una ciudad atractiva y un referente. En mi mesa abarcamos el Puerto-Ciudad y el AVE, entre otras cosas.
En Cartagena la integración del Puerto en la ciudad le ha dado un vuelco por completo...
Sí, aquí el Puerto-Ciudad va a ser fundamental, porque vivimos de espaldas al mar y es una manera de recuperarlo. Luego se tiene que trabajar en zonas perdidas, como el Zapillo. Ya se está haciendo, con rehabilitación de plazas y parques infantiles. El carril bici también está teniendo buena acogida.
¿No haría falta una vía transversal en Almería para unir la Vega y el centro?
Ya, pero no se puede hacer . El soterramiento será una baza importante, porque ahora mismo las vías del tren son como un muro de Berlín.
Pero, ¿cuándo llegará el soterramiento?
Pronto (risas). Está muy avanzado el tema. Creo que la estación se tiene que quedar donde está, nada de sacarlo al Puche. Y si llega el tren a la estación pero no al Puerto es una aberración. Son ochocientos metros y aunque es cierto que se trata de una obra cara resulta fundamental.
Cambiando de asunto, ¿qué hicieron tus compañeros ante la crisis?
Muchos emigraron, sobre todo a Emiratos Árabes y a Chile, aunque no con los sueldazos de hace muchos años. Era eso o vender ropa en una tienda, que también los he conocido. Y mucha gente en paro. Hoy la situacion está remontando y ya no conozco a nadie vendiendo ropa.
Tienes cuatro hijos, no paras de trabajar... ¿Sí se puede? Me refiero a tener tantos hijos.
Por supuesto. Aunque no puedes tener pereza, eso no existe (risas). Llevo quince años sin saber lo que es una siesta (ríe). Pero un hijo es la dulce privación de libertad. Y tambiés es verdad que uno debe ser consciente de sus posibilidades.
Le preguntaba a tu marido, el anestesiólogo Antonio Martínez-Amo, qué es prescindible en la vida. Ahora te lo pregunto a ti.
Él decía que las prisas y el estrés, sí. Para mí el ‘Whatsapp’ y las redes sociales , como Facebook e Instagram, que son un invento del demonio, porque eliminan la vida cotidiana y crean una vida falsa.
¿Y qué es imprescindible?
El optimismo, los ratos con la familia, incluso una vida de rutina, porque para apreciar las vacaciones debes tener un trabajo. Un viaje al año me da una desconexión plena.Y son imprescindibles la educación y los detalles. Hoy todo el mundo puede tener dinero, pero no educación.
Eres muy española...
De pro (risas). De traje de gitana y mantilla en los toros, de recuperar las tradiciones. Hay falta de personalidad y de patriotismo. Ahora está de moda ir sin medias, ¡aunque haga menos veinte grados bajo cero! (risas). Todo esto de las blogueras y las influencers se nos va de las manos. A mis hijos les pongo series como ‘Pipi calzaslargas’, porque en la TV de hoy bombardean con modelos de vida que no me gustan.
¿Ha habido mucha influencia de ‘Friends’ o ‘Sexo en Nueva York’?
La gente vive muy bien, no se tienen responsabilidades y creo que la tolerancia la hemos perdido. La convivencia no es fácil.Es cómodo lo que han vendido esas series. Sales un viernes por la tarde y ves los bares llenos de gente soltera y divorciada. No digo que sea por las series, pero hay cosas que se han normalizado.
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Alberto Gutiérrez