“Un ‘cuñado’ te puede ganar dialécticamente”

Miguel Arranz, admirador de Forges, dibuja la actualidad a diario en La Voz de Almería

Miguel, delante del Cable Inglés, símbolo ferroviario por excelencia de Almería.
Miguel, delante del Cable Inglés, símbolo ferroviario por excelencia de Almería. Alberto Gutiérrez
Alberto Gutiérrez
13:18 • 07 jul. 2018

¿Si la viñeta no incordia no es viñeta?
Totalmente. Si es placentera y con un punto de dulzura no es viñeta sino homenaje, que a veces hay que hacerlos, claro. Por ejemplo, al pequeño Gabriel, ahora que estamos aquí, al lado de la ballena.




Forges escribió: ‘Pienso, luego estorbo’. ¿Seguimos con el pan y circo?
Sí. El tener un punto de vista crítico está mal visto. Lo vemos en cosas como la reforma de la Educación quitando las Artes y Humanidades, medidas que hacen que no tengamos pensamiento crítico.




¿Qué frases del refranero damos por hechas y no deberíamos?
Bastantes. En mi gabinete de psicología recuerdo mucho esta: “quien bien te quiere te hará llorar”. Es algo que hay que desterrar. El amor romántico de esa manera es venenoso porque se admite que te tienen que hacer daño.




¿Cómo se detecta a un cuñado?
Porque parece que lo sabe todo y sienta cátedra. Suele ser un buen orador. Puede decir barbaridades y no se deja convencer. Entras en una dialéctica peligrosa, porque incluso te puede ganar (risas).




¿La estupidez humana es cíclica?
Siendo optimista creo que sí. Hay picos (ríe). Yo me doy cuenta conforme cumplo años de que soy menos tolerante con la estupidez. El inteligente casi siempre es de lo más humilde y cercano. Forges, que fue amigo mío, era uno de esos tipos. Era siempre certero en lo que decía y tenía una memoria prodigiosa.




¿Cuál es la peor de las burbujas?
Tenemos la burbuja de la construcción y financiera, pero te diría que la emocional. Cuando vas reteniendo tus emociones nunca ves el momento oportuno y un día salen de la manera más tremenda... Esto no significa decir siempre lo que piensas, porque en la vida hay que tener empatía con los demás.




¿Qué eufemismos te pirran?
Me hace gracia cuando a un autónomo lo califican de emprendedor. Se me abren las carnes (risas). La realidad del autónomo es tan dura como que tiene que pagar trescientos euros hayas conseguido ingresos o no, no puedes darte de baja, etc... Pero más que los eufemismos me cabrea lo políticamente correcto. Es una nueva Inquisición. Por ejemplo, el lenguaje inclusivo para un periodista es la muerte (risas). En un titular no cabe “Los alumnos y las alumnas...”. El fondo de la visibilización de la mujer me parece bien, por supuesto.




¿A la indignación le ha faltado sentido del humor?
Lo que pasa es que  cuando los momentos son tan terribles, qué humor puedes poner... Pero  yo trato de hacerles ver a mis pacientes que el sentido del humor es el punto de partida donde empieza la curación, aunque nosotros no curamos, sino que arreglamos conductas, comportamientos.


¿La gente tiene preocupaciones por encima de sus posibilidades?
Pues sí, y es una de las cosas que genera más problemas. Los estoicos hacían lo que estuviera en su mano; hay cosas que no están en tu mano. La familia no puede ser una carga continua. Todos llevamos una mochila y no la podemos estar cargando de piedras.


¿Cuáles son las grandes preguntas de la Humanidad?
Antes era la cuestión teológica. Ahora la Humanidad es más agnóstica. Realmente la gente quiere el éxito rápido. Es un error.


Te apasionan los trenes. ¿Por qué?
Ante el tren uno tiene la mirada de un niño. Es el medio que te da más libertad. Está asociado con la prosperidad de los sitios. El AVE es un avión sobre raíles, y los billetes muy caros. Yo reivindico el ferrocarril convencional, que es el que nos acerca. El Poniente no tiene tren y se podría crear uno a través del Cañarete. Sería muy factible.


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