“La felicidad no es aquello que la sociedad nos transmite o nos impone”

Psicóloga por vocación, esta almeriense de adopción nacida en Terrassa se licenció en la UAB

Gemma Pardo motiva a sus pacientes recordándoles que “querer es poder”.
Gemma Pardo motiva a sus pacientes recordándoles que “querer es poder”. La Voz
M. Ibarra
07:00 • 05 sept. 2018

Una experiencia personal le sirvió para apreciar durante su infancia la ayuda que se puede recibir de los psicológos, lo que tomó como ejemplo a la hora de orientar su futuro profesional. Psicóloga por vocación, esta almeriense de adopción nacida en Terrassa se licenció en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 2006. Desde entonces, no ha dejado de trabajar ni de formarse, apostando por las terapias positivas y el coaching, entrenamiento que otorga las herramientas adecuadas para el crecimiento personal. 



¿Qué es la psicología clínica y que la distingue de otras ramas de la psicología?



Es una subdisciplina que estudia todos los elementos relacionados con los trastornos mentales y, de forma más genérica, la salud mental. También lleva a cabo todas las tareas de evaluación, diagnóstico, prevención e intervención terapéutica en personas con algún tipo de problema.



¿Qué corriente sigues a la hora de tratar a los pacientes?



Me baso en terapias cognitivo-conductuales, especialmente. Científicamente hablando, es uno de los métodos de mayor éxito. 



¿Cuándo hay que  visitar a un especialista?



Cuando una persona empieza a experimentar síntomas como ansiedad, insomnio, nervios y esas manifestaciones le afectan a su rutina diaria.



¿Se puede tratar a alguien que no quiere ser ayudado?

Definitivamente, es casi imposible. El querer es poder. Si uno no quiere, por mucha terapia que haga, nunca podrá superar su trastorno.


¿Cuáles son los problemas más frecuentes en el siglo XXI y qué factores los generan?

Principalmente, en adultos contamos con casos de depresión, ansiedad, el trastorno de la conducta, la esquizofrenia y la bipolaridad. Los factores suelen ser externos: el estrés, el ambiente del que nos rodeamos,  la comida y la contaminación.


¿Cómo nos influye la sociedad?

Habitualmente nos repercute de forma negativa y eso afecta a nuestra autoestima. Nos impulsa a hacer cosas que no queremos y hacemos por no quedar mal o nos pongan etiquetas. Por ejemplo, el niño que no tiene móvil es el raro del colegio. 


¿Cuál es el peligro de etiquetar a las personas?

Somos vulnerables y cuando etiquetamos a alguien, eso lo acompaña toda su vida. Estamos rodeados de prototipos como la gordura. Y la felicidad no es lo que la sociedad nos transmite o nos impone, lo más importante son los vínculos afectivos y se prima lo material.


¿Por qué tanta gente necesita apoyo hoy en día?

Por el mero hecho de que vivimos en una sociedad muy exigente y nos fijamos más en lo que dicen los demás que en lo que pensamos no-sotros mismos.


¿Cómo se solucionan aspectos negativos como la falta de motivación, autoestima, ansiedad...?

Con mucho feedback y psicología positiva. También hago coaching para que los pacientes fijen y logren sus propias metas a corto y largo plazo.


¿Qué es la inteligencia emocional?

Consiste en aprender a canalizar las emociones que experimenta uno mismo y utilizarlas como vía para el pensamiento y la acción, con el fin de afrontar los problemas del día a día.


¿En qué se diferencia la terapia infantil de la de adultos?

A la hora de tratarles, los niños son  más inocentes. Los adultos muchas veces tienen trastornos asociados a otros problemas y omiten información.


En el caso de un niño con trastorno del espectro autista (TEA), ¿cómo se logra empatizar con él?

A través de juegos simbólicos siempre, ya sea jugando a las cocinitas o con marionetas. También usamos pictogramas para focalizar las emociones.


¿Se puede mejorar el modo de relacionarse con los demás?

Existen estrategias comunicativas para acercanos a ellos. Hay que ponerles límites, pero también darles unas pautas a los padres.


¿Qué terapia se aconseja en estos casos?

El DIR/Floortime busca mejorar la comunicación cara a cara con los niños con dificultades para expresarse.


En cuanto a la educación en general, ¿hay algún aspecto de lo que tengamos que reflexionar?

Una asignatura pendiente de los padres es la sobreprotección. Tiene que haber un equilibrio entre dar y quitar. Si no, el día de mañana los niños van a experimentar síntomas de dependencia, que influirán en una emancipación más temprana o más tardía, por ejemplo.


¿Puede la psicología contribuir a mejorar nuestra sociedad?

Totalmente. Estamos rodeados de psicología. Mi lema es: la vida es psicología y la psicología es vida. Permite sensibilizar a la sociedad de las necesidades que tiene cada uno y superar las adversidades que surgen a diario.


¿Cómo ha evolucionado la psicología?

Hemos pasado de considerarlo un tema tabú a darle visibilidad. La gente está empezando a entender que uno no va al psicólogo porque está loco, si no para recibir asesoramiento sobre un aspecto que nos inquieta.


¿En qué proyecto te gustaría participar y aún no has tenido la oportunidad?

En psicología penitenciaria. Ayudar a los prisioneros que se arrepienten de los hechos para que se sientan mejor consigo mismos. 


¿Qué es lo más gratificante de tu trabajo?

Cuando aconsejo a los pacientes y pasan de querer algo a conseguirlo y se recuperan de su problema. 


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