El fundador de Cajamar, Juan del Águila Molina, ha fallecido este viernes, 30 de noviembre, a los 88 años de edad.
En noviembre de 2014, con motivo de la concesión de la Medalla de la Provincia de Almería a Juan del Águila, fundador de la Caja Rural de Almería, el director de La Voz de Almería, Pedro M. de la Cruz, publicó este artículo en la edición impresa del periódico.
"Esperé a la mañana de domingo para opinar, en la edición impresa de La Voz de Almería, sobre el insulto a la inteligencia que supone la oposición de Izquierda Unida a la concesión a Juan del Águila de la Medalla de Oro de la provincia y que ayer se solemnizó en un acto en Huércal Overa. Lo he hecho para no herir la sensibilidad del tan justamente homenajeado; conociéndolo, a un tipo tan espartano como el fundador de la Caja Rural de Almería, que alguien, por muy minoritario que sea (que IU lo es), ponga en duda su bonhomía, le tiene que doler en algún pliegue perdido del alma. Quien lanzó la piedra en el estanque, o lo hizo por exhibicionismo izquierdista, o por desconocimiento del personaje o lo que buscaba era provocar las ondas propagandísticas de su postura al contacto con la opinión publicada. El virus de Podemos provoca en IU una irremediable pulsión por los extramuros del populismo y aún no se han dado cuenta que las trompetas antisistema suenan mejor en la versión original de Iglesias que en las filas de la izquierda integrada.
Los almerienses somos dados con demasiada asiduidad a desdeñar lo que hace el vecino. Nuestra valoración de un hecho es directamente proporcional a la distancia que nos separa de su autor. Es un endemismo que se hizo carne hace mil años y desde entonces habita entre nosotros y se resume en el grito de “abajo el que sube”. Si alguien, desde Madrid, hace algo por Almería, lo recibimos como a Jesús en aquel domingo de Ramos en Jerusalén; pero si quien entrega su vida por los almerienses habita entre nosotros, a poco que se descuide lo crucificamos en el monte de la maledicencia, la insinuación y la envidia. Va en el ADN de muchos de nuestros paisanos y así les va y nos va.
Pero si hay una persona que está por encima de esa miseria de esquina es, sin duda, Juan del Águila. Cuando el tiempo pase y la obra formidable que el contribuyó decidida y decisivamente a levantar se valore con perspectiva histórica no habrá ningún almeriense que le niegue su lugar en la historia; bueno, sí, los miserables.
Almería es lo que es y será lo que va a llegar a ser gracias a personas como Don Juan éste si se ha ganado el Don y el título de Ilustrísimo Señor y a quienes, junto a él, soñaron un día que la utopía es la verdad anticipada. Personas como Jesús Durbán, Emilio Esteban, Jesús Espinosa y Juan García Jiménez, que constituyeron el primer consejo rector y que venían de las cooperativas de Almería, Roquetas y Canjáyar. O como los tres trabajadores que aquel 20 de abril de 1966 abrieron la puerta de la primera oficina de la Caja en un bajo de la calle Méndez Núñez y que fueron el cajero Miguel Rodríguez Guillén, Felipe Ibáñez Ventura, como interventor, y Damián Navarro, auxiliar administrativo.
Han pasado muchos años y ha llovido poco desde entonces, pero ningún almeriense podía soñar que aquella oficina cedida casi en precario iba ser el germen de una Caja que hoy cuenta con más de 1.300 oficinas en 41 provincias españolas, con más de 6.500 trabajadores y que está situada en el TOP de las entidades financieras europeas.
Que alguien ponga en duda la justeza de la concesión de la Medalla de Oro de la provincia a quien ha hecho tanto y tan bien por Almería me parece un insulto a la inteligencia, un despropósito y una deslealtad con Almería y con los almerienses.
Juan del Águila- como Juan de la Cruz Cárdenas Rodríguez ahora- no ha sido nunca un banquero. Ha sido y es nieto de un agricultor de la Vega de Allá y de un carpintero de La Cañada, hijo de un funcionario municipal y un hombre que se ha hecho a sí mismo sin estridencias, sin desmesura y sin descanso. Nada más. Y nada menos.
Almería ha pagado hoy una deuda de gratitud y eso siempre produce satisfacción y nos reconcilia con la dignidad. Enhorabuena a la Diputación por tan acertada, justa y merecida decisión.
Juan del Águila no merece una medalla; o no sólo una medalla. Merece un monumento y que su nombre vea pasar la vida desde la acera de una de las principales avenidas de la ciudad. Sin su trabajo la agricultura almeriense y Almería no serían hoy lo que son".
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