La procesada por la muerte violenta del niño de ocho años Gabriel Cruz, Ana Julia Quezada, ha hecho uso de su derecho a la última palabra y ha dicho ante el jurado popular que debe decidir sobre su culpabilidad que pide "perdón" a "toda persona a la que haya podido hacer daño con mi acción".
La “última palabra” de Ana Julia Quezada en el juicio por el crimen de Gabriel Cruz. @lavozdealmeria pic.twitter.com/uYm3DTdIgC
— Javier Pajarón (@JavierPajaron) September 17, 2019
"Pido perdón a todo el que se haya podido sentir mal por lo que yo hice y solo espero que Dios me perdone", ha trasladado entre lágrimas y sollozos, sentada en una silla ante la magistrada-presidenta del tribunal, Alejandra Dodero.
Tras sus últimas palabras, la presidenta ha levantado la sesión y ha anunciado el fin de la vista oral, de forma que este miércoles se hará entrega a los miembros del jurado el objeto de veredicto para que determinen su Quezada es culpable o no de un los delitos de asesinato u homicidio, así como de otros dos contra la integridad moral y lesiones psíquicas.
Con anterioridad a su última palabra, Quezada ha escuchado, al igual que las siete mujeres y dos hombres que integran el jurado popular, cómo la fiscal Elena Fernández ha calificado la versión que dado sobre el crimen apuntando a que no tuvo voluntad de quitarle la vida como "inaceptable, inconcebible, que ofende la inteligencia y el más mínimo sentido común" al tiempo que ha remarcado que "la única verdad" que ha dicho ha sido "que mató al niño ese día 27 de febrero de 2018 en Rodalquilar".
Ha estimado acreditada la premeditación en la actuación de la procesada de acuerdo a la testifical prestada por el tío de Gabriel y por la abuela sobre que las herramientas que empleó no están en la finca de Rodalquilar sino en la casa de Las Hortichuelas y, según ha dicho, por el conocimiento que tenía de que ningún familiar iba a ir a la finca de Rodalquilar ese día.
La fiscal Elena Fernández también se ha detenido a explicar al jurado popular que ha quedado probada en sala una "intencionalidad perversa y consolidada en el tiempo" que ha sustentado en que mostraba "un desapego afectivo absoluto" con el niño y ha entrado en la motivación que pudo mover a Ana Julia Quezada apuntando que Gabriel "representaba un obstáculo" a su relación de pareja con el padre si bien, antes, ha matizado que los "motivos están solamente en su mente".
Ha rechazado, asimismo, la colaboración alegada por la defensa ya que "era irreversible después de que la pillaran", y ha remarcado la actitud "proactiva" de Ana Julia para desviar la investigación hacía quien fuera su expareja.
Ha afirmado, asimismo, que ha quedado acreditada la alevosía "sorpresiva y convivencial" ya que Gabriel era "ajeno" a la "intencionalidad criminal" de una persona "de su entorno", así como el desvalimiento "porque se aprovecha de un niño de ocho años que pesa apenas 20 kilos", ha remarcado.
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