Los primeros partidos de ‘foot-ball’, entonces llamados ‘match’, que se vieron en Almería tuvieron como escenario la explanada del puerto. Eran desafíos que montaban los marineros de los barcos ingleses que venían a por el mineral, que aprovechaban los ratos de ocio para poner en práctica el deporte de moda en su país.
En un artículo aparecido en 1903 en el periódico ‘La Crónica’, se contaba que entre las montañas de polvo de hierro que había amontonadas en el entonces llamado “muelle del comercio” o dique de levante, “ se disputaban una pelota como si se tratase de un saco de monedas de oro un grupo de jóvenes ingleses con los cuerpos sudorosos y negros como el carbón”.
Aquellos marineros británicos nos dejaron la semilla del fútbol cuando visitaban a Almería por asuntos de negocios, pero no fueron los únicos que se encargaron de difundir esa fiebre por el balompié que empezó a gestarse en los primeros años del siglo. Almería era entonces una de las provincias que más jóvenes enviaba a Inglaterra para que recibieran una educación moderna. Eran muchachos de familias de la alta sociedad que pasaban meses en tierras inglesas aprendiendo el idioma y la cultura heredada de la revolución industrial. Esos jóvenes ‘exiliados’ se encargaron después de traernos las modas de Inglaterra, entre ellas el juego del ‘foot-ball’ que allí causaba furor. Los primeros balones de reglamento que se vendieron en Almería los trajeron los emigrantes de la aristocracia que pasaban largas temporadas en el Reino Unido.
En aquellos albores del siglo veinte Almería no tenía ningún equipo organizado oficialmente porque tampoco disponía de un campo estable donde poder practicar el balompié. Se jugaba en cualquier lugar, donde hubiera un solar de tierra y espacio suficiente para correr detrás de la pelota. Se jugaba en el contramuelle, en el andén de costa (hoy convertido en Carretera Nacional 340), en el Parque de Alfonso XIII y hasta en el patio del Cuartel de la Misericordia, cuando en la primavera de 1907 el Gobernador militar de la plaza concedió permiso a los señores Vizconti, Aráez, Santa Pan y Pérez Reina para que en nombre de la sociedad en proyecto ‘Sport Almeriense’ pudieran ensayar en las instalaciones militares.
Cuando los espacios libres se fueron terminando en el puerto debido a las obras de ampliación, cuando los comerciantes se quejaron de la ocupación del dique de levante por los jugadores, se empezaron a organizar desafíos en un terreno a las espaldas de la estación, que entonces fue bautizado como el campo del Inglés, por su proximidad a los hierros del Cable del Mineral.
Con los años se habilitaron nuevos escenarios, el más céntrico el célebre campo de Regocijos, entre la Puerta de Purchena y las cuestas del Quemadero, un lugar que pasó a la historia porque allí jugó el mítico portero Ricardo Zamora dos partidos durante la Feria de 1927. En los años treinta se empezó a jugar en los descampados de Ciudad Jardín cuando la barriada estaba en construcción y en el solar que la familia Naveros tenía en la playa, junto al cargadero del Cable Francés.
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Eduardo de Vicente