Ana Baños sufre un “trastorno psicótico” sin “sentimiento culpa” por el crimen

La presunta asesina de su hijo sufre un cuadro psicótico, pero los médicos dudan del alcance

La Guardia Civil inspecciona el lugar del crimen en octubre, en Huércal de Almería
La Guardia Civil inspecciona el lugar del crimen en octubre, en Huércal de Almería La Voz
Javier Pajarón
07:00 • 29 ene. 2020

Lejos de los focos se libra una batalla decisiva para el destino del proceso judicial por el crimen del pequeño Sergio Fernández de siete años de edad.
Los médicos someten a Ana María Baños, madre y presunta asesina del menor, a un estrecho seguimiento para evaluar su salud mental y, en consecuencia, su imputabilidad en la causa.




La acusada permanece en prisión provisional en El Acebuche desde el pasado mes de octubre cuando los agentes de la Guardia Civil la arrestaron en Las Norias de Daza (El Ejido) con el cuerpo del menor en el asiento del copiloto de su vehículo. Buscó ayuda en la casa de una conocida tras asfixiar a su hijo en el domicilio familiar, en la barriada de Villa Inés (Huércal de Almería).




Sin embargo, desde su arresto, Ana María Baños ha mostrado, al menos públicamente, un bloqueo sobre los hechos, incapaz de ofrecer en el juzgado, en el forense o en el centro penitenciario datos concretos sobre el crimen.




Este ‘lapsus’ de memoria se repitió el pasado mes de noviembre, cuando la presunta asesina acudió en un furgón de la Policía Nacional al Instituto de Medicina Legal (IML) de Almería para someterse a una exploración sobre su estado mental. Como adelantó LA VOZ el 3 de diciembre, los forenses anularon la prueba ante su falta total de colaboración (coincidiendo con un cambio de abogado).




Ahora bien, en las últimas semanas se han producido cambios importantes en el devenir del caso. Ya hay informes médicos sobre Ana María Baños y su salud mental. El IML recibió a la acusada en la Ciudad de la Justicia de Almería el pasado 8 de enero por segunda vez desde su arresto. En los análisis se aportaron los resultados del seguimiento realizado en El Acebuche desde su ingreso en prisión provisional.




Los médicos dudan. Ana María Baños de 38 años de edad sufre “un trastorno psicótico en remisión”. Estaba diagnosticada y tenía tratamiento farmacológico desde su ingreso involuntario (por orden judicial) en el hospital durante dos semanas en el mes de julio. También contaba con antecedentes familiares de esquizofrenia.




Sin embargo, los análisis hallan indicios contradictorios. Carece de “alteraciones en el curso y en el contenido del pensamiento”. Está “triste” y “preocupada” por su situación, pero “sin sentimiento de culpa” ni “trastorno del sueño”. Tampoco muestra indicios de “autolisis” y apenas ha estado incluida en el programa de prevención de suicidios de la cárcel de Almería, donde hace una vida relativamente normal en el módulo número uno.




Dicho de otro modo, Ana María Baños tiene un trastorno psicótico, pero existen serias dudas sobre su grado de afectación y, por tanto, sobre que no tuviera una consciencia real del crimen y sus consecuencias.


En su versión de los hechos, Baños introduce un nuevo matiz. La detenida admite la autoría de la muerte de su hijo, pero es incapaz de construir un relato sobre la secuencia de hechos y sus motivaciones. Argumenta que abandonó la medicación para su trastorno unos días antes del suceso.

Acusación
La familia paterna del pequeño Sergio siempre ha sostenido que la acusada sabía perfectamente lo que hacía y que su comportamiento en los meses previos respondía a una estrategia para dañar a su ex marido, con quien estaba obsesionada. Esta fijación por Sergio Fernández padre también se ha manifestado en los análisis médico-psicológicos realizados a la interna en las últimas semanas.  


Por su parte, la Guardia Civil sospecha que Ana María Baños actuó de forma consciente aquel 10 de octubre en Huércal de Almería y, luego, en Las Norias de Daza durante su huida. De hecho, los agentes que rodeaban el vehículo inmovilizado de la acusada en la calle Río Andarax tuvieron que fracturar una luna para reducirla e intentar reanimar al pequeño de siete años. No encontraron colaboración por parte de la mujer.


Y un elemento más apoya la versión de crimen consciente. Baños acudió a Las Norias de Daza para verse con la ex pareja de su padre y pedirle ayuda. La vecina, alarmada por la presencia del cuerpo del menor en el coche, intentó llamar a la Guardia Civil y la propia acusada se lo impidió y luego emprendió la huida. Para los investigadores este comportamiento evidencia la capacidad de la mujer para improvisar, planear y actuar.


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