La música de Manuel del Águila en el concierto de su homenaje

Un hombre con una gran inquietud cultural y artística

Manuel del Águila habla durante un encuentro en una imagen de archivo.
Manuel del Águila habla durante un encuentro en una imagen de archivo. La Voz
Francisco Capel del Águila
07:00 • 03 feb. 2020

A finales de 2019 se cumplió el decimotercero aniversario de su muerte. Le bautizaron con el nombre de Manuel, pero todo el mundo le llamaba Manolo y su amiga Celia Viñas, Manolillo. El difícil arte de madurar con la edad lo llevó hasta el final. Murió satisfecho con los homenajes que le dieron en vida. Sobrevivió a todos sus amigos de la infancia. 



Desde que se quedó huérfano de padre y madre, Manolo se pasó la vida aprendiendo. Después de su formación académica se implicó en multitud de facetas culturales, música, dibujo, idiomas, etc., como siguiendo la máxima de alguien, cuyo nombre no recuerdo, cuando se deja de aprender se deja de vivir. 



Fue un periodista improvisado, viajaba cuando nadie lo hacía, antes de que se inventara el concepto de turismo y quiso entender el mundo de otra manera. Tomaba historias de la calle que transformaba en relatos literarios. Su rasgo personal más llamativo era su optimismo hacia la vida que se apoyaba en una gran cultura y una curiosidad intelectual envidiable. 



Tenía un profundo sentido de la amistad encomiable y hacía amigos por todas partes. Su simpatía era contagiosa y creía en el valor de la palabra como instrumento para relativizar los problemas y caminar por el mundo de otra manera.  Trabajaba en una oficina para tener ese mínimo de seguridad exterior que le permitía dedicarse a lo que le interesaba buscando la independencia de su obra interior.



A Manolo le gustaba la vida por encima de todo. La suya y la de sus amigos. Vivir, leer y escribir en ese orden. Apasionado por la lectura y la escritura, este maestro de la vida, tuvo tiempo para todo. Su presencia era un estilo, su voz para radio nacional también era su estilo. Era feliz escribiendo  con su don de trovador o con su verbo de tertuliano fino y clínico y  su pasión por la música, en la que tanto empeño ponía. No había texto, de poesía o de prosa, que le dejara indiferente, ni música que no le interesara. La  música nos emociona, comentaba, nos levanta el ánimo y nos ayuda a vivir. Un creador camaleónico que ha cultivado muchas actividades culturales



Este año, el concierto homenaje organizado por  la Asociación Cultural Manuel del Águila (ACMA) en colaboración con la Asociación Filarmónica de Almería (AFA), tuvo  lugar el pasado día 5 de noviembre a las ocho de la tarde en la Escuela Municipal de Música y Artes de Almería y estuvo a cargo del joven pianista Carlos Marín Rayo. El objetivo de ambas asociaciones para organizar estos conciertos es promocionar a jóvenes intérpretes, futuros artistas de la música, y para mantener viva la memoria de nuestro ilustre almeriense.



Carlos Marín Rayo ha sido descrito por la crítica como “un valor de indudable proyección” y como un pianista de “poderosa técnica, refinada musicalidad y madurez musical sorprendente”. Su principal maestra ha sido Mariana Gurkova, con gran influencia de los profesores Nino Kereselidze, Graham Jackson, Joaquín Soriano y Noelia Fernández Rodiles. En la actualidad realiza sus estudios en el Conservatorium van Amsterdam bajo la tutela de Frank van de Laar.



A la edad de 11 años recibió el primer premio en el concurso Hazen-Arturo Soria, y desde entonces ha sido laureado en numerosos concursos nacionales y extranjeros. Ha tocado como solista  en la Orquesta Joven de Córdoba, Camerata Eutherpe, Concerto Moderno o Joven Orquesta Leonesa bajo la dirección de maestros como Michael Thomas o César Viana. Pianista titular de la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid y del Ensemble XX/XXI. Recientemente actuó en el Belgais Center for the Arts junto a la legendaria artista María Joao Pires.


Su interés por la creación actual le ha llevado a realizar numerosos estrenos de compositores como Miguel Bustamante Guerrero, César Viana, Israel López Estelche, Mateo Soto, Hugo Gómez-Chao Porta, Ramón Otero, entre otros.


Después de unas palabras de presentación por parte de la presidenta de la AFA,  Mónica Gómez y  del presidente de la ACMA, Francisco Capel, se inició el concierto con una obra de J.S. Bach, continuando con C. Debussy, una fantasía de W. A. Mozar y dos obras de M. del Águila: Peteneras de la orilla, Almería y Por el cielo va la luna…, Granada. Zorongo. Cerró la primera parte la obra de I. Albéniz, Granada. La segunda parte estuvo dedicada en exclusiva a los cinco movimientos de la Sonata op. 5 en Fa menor de J. Brahms. Después de un cerrado aplauso del auditorio y de varias salidas a saludar, el joven pianista se sentó de nuevo al piano y nos deleitó con una magnífica interpretación de La Campanella de F. Liszt, que puso al público en pie.  


Fue un auténtico placer escuchar dos de las obras que nuestro ilustre almeriense compuso en su tierra. Es difícil olvidar a una persona como Manolo. Para mí fue un ejemplo elocuente de la amabilidad y humildad del personaje que hemos perdido.



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