La calle de los toros y sus mudanzas

Eduardo de Vicente
07:00 • 03 jul. 2020

La calle principal de acceso a la Plaza de Toros fue bautizada como avenida sin serlo, cuando todavía era un camino de tierra que no tenía salida hacia el sur al estar taponada por viejas construcciones la conexión con la calle de Granada. 



La vieja Avenida de Vílches ha vivido grandes mudanzas a lo largo del último siglo, la más reciente, la construcción de nuevos bloques de edificios sobre el solar donde se levantaban las llamadas casas de los maestros que se estaban cayendo por su mal estado de conservación y habían sido ocupadas. Las nuevas construcciones, que fueron llegando a la calle a partir de los años sesenta, acabaron por robarle a aquel escenario el alma que tenía de barrio antiguo que desde el norte miraba al resto de la ciudad con la arrogancia de aquellos que ven la vida desde arriba. La Avenida de Vílches tuvo la grandeza que le daba la Plaza de Toros cuando los toros formaban parte de las ilusiones de la gente, y la importancia de estar pegada al centro, a cinco minutos de la Puerta de la Purchena cuando le hicieron una salida hacia la calle de Granada. Entonces era parte del camino oficial que tomaban los entierros de la gente importante, cuando los finados eran conducidos a pie hasta el badén de la Rambla como en una procesión.



Hasta la guerra civil, la Avenida de Vilches mantuvo intacto su aspecto de barrio alejado, casi rural, flanqueado por dos filas de casas de planta baja y árboles, donde el sol reinaba a sus anchas. En sus terrenos podían jugar sin reservas los niños y organizar partidos de fútbol, aunque hubo un tiempo en el que esta actividad estuvo prohibida y eran los municipales los que se encargaban de guardar el orden, realizando batidas por la zona y multando por darle patadas a un balón. 



En los años de la guerra, las autoridades dispusieron que uno de los refugios para resguardarse de los bombardeos se excavara en la Avenida de Vilches. Se trataba de un túnel con capacidad para más de mil personas, con entrada y salida a ambos lados de la calle. A la Avenida de Vilches llegaron también los teatros pobres de posguerra que recorrían las capitales de provincia y los pueblos con sus números de variedades.  Se instalaban en el anchurón de la Avenida de Vilches con su derroche de “luz, de alegría, de buen humor, de caras bonitas” y también de muchas estrecheces y una dosis de miseria que no le servía de argumento para esquivar la censura, tan exigente para que todo espectáculo, sobre todo si intervenían mujeres, se desarrollara bajo las más estrictas normas de moralidad”, lo que suponía que las estrellas femeninas del teatro no podían salir a escena enseñando más allá de las rodillas. 



A pesar de su buena situación, a un paso del corazón de la ciudad, la Avenida de Vilches formó una manzana aislada del centro al no tener una salida diáfana hacia el sur que desembocara en la calle de Granada, que siempre fue una de las principales de Almería por su cercanía con la Puerta de Purchena y el Paseo y por ser camino de entrada. El acceso a la avenida por el sur se hacía entonces principalmente a través de la calle del Capitán García Hernández. 



La construcción de un gran bulevar que bajara desde la Plaza de Toros hasta la misma calle de Granada fue una vieja aspiración de la ciudad. Ya en mayo de 1925 se hablaba de la necesidad de demoler ese corralón que tapaba la salida. En 1929, la prensa local volvía a pedir un esfuerzo por parte de las autoridades para abordar el proyecto que supondría, además de contar con una arteria de 25 metros de anchura con salida y entrada por el norte y por el sur, acabar con un serio problema de congestión que se producía cada año durante las tardes de Feria. 



Pero no fue hasta el verano de 1950 cuando el Ayuntamiento aprobó el proyecto definitivo de prolongación por el sur para darle salida por la calle Granada. En el pleno celebrado en junio se dio luz  verde a las primeras obras del Plan de Ordenación Urbana, que se centraban en la expropiación y derribo de las casas que impedían la apertura.





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