‘Azorín 1970’ investiga el derrumbamiento del edificio de la calle Azorín, en la capital, en el que perecieron 15 trabajadores de la construcción. José Manuel es directivo de la Asociación de la Prensa y autor de este libro que homenajea a los héroes y a los periodistas que, con su sensibilidad, llenaron de solidaridad los corazones de toda España.
- ¿Qué tiempo tardó en construirse el Edificio Azorín, y en cuánto se derrumbó?
Tardó bastantes meses. En el tiempo que habitualmente se levantaba un edificio de diez plantas con 72 viviendas y casa para el portero. Según las informaciones documentadas, se derrumbó en 10 segundos el 15 de septiembre. Gran parte de esas viviendas ya estaban vendidas. La idea era celebrar la Navidad en ellas.
- Ir a trabajar para ganarse la vida, y perderla.
A la misa de funeral, en el Santuario de la Virgen del Mar, asistieron 15.000 personas. Los obreros estaban terminando de comer para empezar el tajo de la tarde cuando se les vino encima una mole de miles de toneladas. La tragedia provocó en Almería una cicatriz social que, 50 años después, todavía perdura.
- ¿Cuál fue el error?
Las sentencias judiciales determinaron claramente que el edificio no coincidía con el proyecto presentado en cuanto al número de columnas. Luego el Supremo también condenó al fabricante de cemento.
- La gente hoy busca la felicidad, y usted investiga la tragedia 'Azorín 1970'. ¿Qué le motivó?
Escribir el libro surgió tras una conversación con mi amigo Bernardo Hernández Buendía. Él de pequeño vivía a 25 metros. Ese reto lo consideré atractivo. Me llevó muchísimo tiempo. Mi vida profesional la desarrollaba como director de Comunicación de la Fundación Cajamar y luego como responsable del Gabinete del Rector de la UAL. Los beneficios íntegros del libro se destinan a la Fundación 'Creando Futuro', en la Patagonia, dirigida por el misionero almeriense, el Padre Luis García.
- ¿Con qué medios contaron hace medio siglo para rescatar a las víctimas?
Almería se volcó en el rescate. Decenas de personas que pasaban por allí o se alarmaron por el estruendo se concentraron en la esquina de la calle Hermanos Pinzón con Azorín, y con sus manos arrancaban hormigón, piedras y ladrillos para intentar sacar a las víctimas. Empresas con maquinarias y también instituciones públicas se volcaron para sacar a seis de los obreros con vida y a los fallecidos. La actitud de Almería fue heroica.
- Ha quedado en la memoria la intervención del doctor Raimundo Castro entre los escombros.
Fue un valiente. Se introdujo en una galería que abrieron los albañiles para llegar hasta uno de los obreros que estaba atrapado y herido, lo operó bajo miles de kilos de escombros.
- Quince trabajadores perdieron la vida. ¿Qué sentimientos perduran?
Es evidente que aquello marcó a varias generaciones de su familia. Por eso creo que Almería debe honrar a esos obreros, gente humilde que se ganaba el pan.
- ¿Podría referirse al prólogo, escrito por la periodista Áurea Martínez?
Áurea es la primera mujer periodista de Almería que cubrió la tragedia del Azorín. Precisamente ella entrevistó al doctor Raimundo Castro. Le propuse hacer el prólogo como homenaje a los periodistas que no sólo informaban a Almería, sino que España supo lo que pasaba gracias a ellos.
- ¿Cómo lo contaron los periodistas?
Ten en cuenta que en 1970 estaba la censura y algunos la torearon con una capacidad lingüística y léxica tremendas; hablaban utilizando metáforas y comparaciones.
- Recuérdenos una anécdota.
El periodista, ya fallecido, Antonio Fernández Gil, Kayros, colaborador de La Voz, se centró sobre todo en la crítica por la tardanza en la ayuda económica a las familias. Con esa censura, él comparó los personajes de un cuadro del Museo del Prado con las viudas tristes y enlutadas que esperaban la llegada de su merecida pensión.
- Recoge la definición de la profesión publicada por el periodista José Manuel Román: "Un periódico es algo muy serio. Se es periodista o no se es nada."
Es una definición que resume el carácter vocacional de los periodistas. El periodista es periodista desde que se levanta hasta que se acuesta; incluso acostado. Somos la profesión peor valorada, pero como decía otro periodista: '¡es que encima nos gusta!' (se ríe).
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