Era una forma de comercio que todavía conservaba esa querencia a mezclarse con la gente como se hacía en los mercadillos de barrio. Había que sacar la publicidad a la calle porque a veces no era suficiente con los anuncios de la radio, sobre todo porque no llegaban a todos los rincones de la ciudad en un tiempo donde un aparato de radio era un lujo que no se podían permitir en los barrios más humildes.
Cuando el sistema del hombre anuncio se quedó anticuado, cuando había que anunciar al público que los tiempos estaban cambiando y que la era de los electrodomésticos había llegado como una revolución, cuando las grandes firmas salieron en busca de la gente para explicarles que el frigorífico, el transistor y después el televisor tenían que formar parte de las familias, se puso de moda el método de las furgonetas parlantes que recorrían las calles más escondidas de la ciudad y los rincones más perdidos de los pueblos, llevando los mensajes de una nueva era.
A finales de los años cincuenta en Almería se hicieron muy famosas las furgonetas de Bazar Almería y la casa Radio Sol. Era una forma de comercio tan directo, tan auténtico, tan cercano, que era el dueño del negocio y sus familiares los que se embarcaban en aquella aventura itinerante que se convirtió en una forma de marketing eficaz.
De aquel fuego todavía quedan algunos rescoldos. Los podemos ver por los barrios cuando a media mañana se escucha la voz del tapicero que pasa con su furgoneta y toda la familia a cuestas, prometiendo milagros a precios asequibles a la escasa clientela que sale a recibirlos.
Hace sesenta años, cuando la furgoneta de Bazar Almería montaba sus altavoces rudimentarios en la baca y se iba a recorrer la ciudad calle por calle, el acontecimiento se convertía en un gran espectáculo. Eran los tiempos de los concursos de la radio promocionados por las firmas comerciales, que completaban su campaña publicitaria saliendo a la calle para llevar regalos a las familias.
Cuando la furgoneta llegaba a un barrio la noticia corría como la pólvora y en cinco minutos se formaba una multitud que apenas dejaba transitar al coche. Aquella experiencia era como una noche de reyes improvisada y los vecinos que resultaban agraciados en los sorteos o a los que se les entregaba el premio por haber llamado al concurso, adquirían de inmediato la efímera condición de héroes locales.
“Señora. La firma Bazar Almería, siempre al servicio de usted y de todos los almerienses, se complace en entregarle este lujoso aparato transistor de la prestigiosa marca Iberia para que lo disfrute con salud en compañía de toda su familia”, anunciaba el promotor por los altavoces de la furgoneta, provocando la ovación de la entusiasmada concurrencia.
Tan célebre como la furgoneta de Bazar Almería fue la que puso en marcha la casa Radio Sol, una empresa que había empezado a funcionar en 1951 en la Plaza de San Sebastián como ‘Central Radio’, y que dos años después se trasladó a un amplio local con fachada a la Plaza de San Pedro y a la calle Leal de Ibarra. Así nació Radio Sol, una de las tiendas de aparatos eléctricos más importantes que existieron en Almería.
Radio Sol puso de moda las audiciones previas a la compra de un disco. En el invierno de 1955 trajo el mejor surtido de discos que había en el mercado, estableciendo la norma de que los clientes tenían derecho a escuchar el disco antes de comprarlo. Para esa Navidad los dueños llenaron los escaparates de aparatos de radio de la marca Askar, que llenaron los muebles de comedor de cientos de hogares de familias almerienses.
Askar llegó a ser una marca de referencia. Tuvo tanto éxito que en octubre de 1958, esta importante firma de electrodomésticos, junto a Radio Sol y la casa de montajes eléctricos Sur-Neón, se asociaron para instalar un gran letrero luminoso en la misma Puerta de Purchena.
Radio Sol llenó las casas de aparatos de radio y también de máquinas de coser ‘Refrey’, que se pusieron de moda en el verano de 1959. La demanda era tan grande que los dueños de la tienda tuvieron que comprarse una furgoneta para llevar los pedidos por todos los pueblos de la provincia. En los primeros años sesenta la presencia de la furgoneta de Radio Sol en un pueblo era un acontecimiento grandioso. Cada vez que llegaban a algún rincón de la provincia, sobre todo a los más lejanos, medio pueblo se echaba a la calle para ver llegar al vehículo y a los técnicos que les llevaban lo que entonces era el mayor símbolo de progreso: un aparato de radio, una máquina de coser, una lavadora o una televisión. Lo mismo ocurría en la ciudad. La presencia de la furgoneta de Radio Sol anunciaba que una familia había dado un paso hacia adelante y que en esa casa iba a entrar, para quedarse, el primer tocadiscos, o aquella primera lavadora de la marca Agni que iba a cambiar la vida de tantas amas de casa que se dejaban las manos frotando la ropa en la pila del patio.
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