El Centro Náutico de la playa de las Almadrabillas está a punto de echar el cierre, lo que supondrá el tercer cerrojazo en la historia de esta entidad ligada a las actividades deportivas relacionadas con el mar.
Su historia se remonta al verano de 1891, cuando quedó constituido de forma oficial el Club de Regatas de Almería con el objetivo de estimular la afición a los ejercicios marítimos. Su creación partió de un antiguo proyecto del empresario don Carlos Jover, propietario del balneario el Recreo, que en sus viajes por distintas ciudades costeras de España había comprobado la importante labor social que en ellas venían realizando los clubes de regatas allí establecidos. Tras pasar por numerosas vicisitudes, acabó desapareciendo en 1905.
Tras diez años de ausencia, de nuevo la iniciativa privada quiso reactivar las actividades náuticas. En el verano de 1915 se fundó el Real Club Náutico para cubrir el vacío que había quedado tras la desaparición del primitivo Club de Regatas. La nueva entidad empezó con fuerza, arropado por prestigiosos empresarios de la ciudad y por cerca de doscientos socios. A diferencia del antiguo Club de Regatas, la nueva sociedad fomentó la participación de la mujer “por ser imán poderoso que airea y seduce con la magia de su belleza”, contaba el cronista del periódico de aquellas fechas. En las primeras regatas que organizó “lucían alegres tripulaciones de ambos sexos, arbolando orgullosas las flamantes banderas del nuevo club”. Los pescadores de la ciudad también participaban en tiempo de veda durante el verano, aprovechando su experiencia y su fama de buenos remeros.
La actividad del club fue intensa hasta que la guerra civil cortó de raíz su progresión y obligó a los socios a cerrar las puertas. Fue en la posguerra cuando las autoridades del Frente de Juventudes se plantearon el proyecto de la reorganización de un club de actividades náuticas en la playa para cubrir el hueco del desaparecido en 1939 y aprovechando el declive del balneario Diana, que en aquellos años había perdido la importante presencia que había tenido en la sociedad almeriense de comienzos de siglo.
En noviembre de 1943 se sacaron a subasta las obras para la construcción de un Centro Náutico y una residencia marítima en la playa del Club Náutico. En el proyecto inicial se contemplaba un espléndido edificio de dos plantas, con cabinas, duchas, cuartos de aseo y depósito para embarcaciones en la planta baja, y una residencia de 24 plazas y un gran salón de baile en el segundo piso. En el exterior se habilitó una amplia terraza donde se instalaron sillas, toldillos y quitasoles y se habilitó un servicio de bar.
El nuevo Club Náutico no destacó por prodigarse en la organización de grandes pruebas, sino que se hizo célebre por su terraza, que en los meses de verano fue refugio de cientos de almerienses. Los domingos era difícil encontrar una mesa libre en una época en la que las familias completas se congregaban en la playa de las Almadrabillas cargadas con neveras y cestas de comida.
Tal vez, la dependencia más visitada del Centro Náutico fue a lo largo de los años cincuenta y sesenta su salón comedor, por el que pasaron casi todos los gremios de trabajadores de la ciudad para festejar el día de su patrón y la mayoría de los clubes de fútbol cuando tocaba compartir una comida.
El centro fue también el refugio de los jóvenes de aquel tiempo, que cada fin de semana llenaban su pista de baile al ritmo que marcaban los conjuntos de moda.
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