La Granja Escuela de Los Molinos estuvo cuarenta años agonizando, convertida en un fantasma que enseñaba sus ruinas recostado en un lado de la carretera de Níjar.
La historia de la Granja se remonta al 22 de junio de 1948, cuando por mediación del Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, Manuel Urbina Carrera, la Delegación Provincial de Sindicatos adquirió la antigua finca del Diezmo para destinarla a escuela agropecuaria y lugar para celebrar mercados y transacciones de ganado.
Un año después, la instalación abría sus puertas tras unas costosas obras que transformaron la fisonomía del lugar. Se levantaron caballerizas para sementales, patios de limpieza, abrevaderos, una vaquería con su correspondiente pajar, un picadero y un patio de cubrición para el ganado vacuno, porquerizas, cinco naves pérgolas, oficinas y un bar con su zona de tribuna para recibir a las autoridades. Una gran inversión para una granja modelo preparada para enriquecer el ganado con sangre pura y conseguir la regeneración y selección deseada.
Además, se perseguían importantes beneficios económicos una vez que estuviera en funcionamiento. Los cálculos iniciales hablaban de que la granja reportaría a la riqueza ganadera almeriense un beneficio no menor de seis millones de pesetas anuales. Las previsiones iniciales, llenas de optimismo y alejadas de la realidad, no se cumplieron. En 1950, un año después de ponerse en funcionamiento, los gastos de explotación de la granja superaron las cincuenta mil pesetas, mientras que la producción sólo alcanzó las treinta y ocho mil pesetas.
En aquellos años, la conocida como Granja del Diezmo producía más de trece mil huevos cada semestre y más de diez mil litros de leche. Las familias del barrio de Los Molinos que no tenían ganado propio, iban allí a comprar los huevos, la leche, los conejos y hasta los pavos cuando llegaba Navidad.
La Granja Escuela fue durante décadas una de las referencias del barrio de Los Molinos, tan importante como el Manicomio y la Escuela de las Monjas, que estaban enfrente, al cruzar la carretera de Níjar. Los primeros y terceros sábados de cada mes se celebraban mercados de ganado y los ganaderos de la provincia llegaban con sus yeguas para emparejarlas con sementales tan prestigiosos como ‘Conductor’, el caballo que había ganado el premio de honor en la exposición de Sevilla de 1948.
Todos los años se organizaban cursos de ‘especialización agropecuaria’ para niños, que durante semanas aprendían los secretos de las vacas, de los caballos y de las gallinas utilizando el método del contacto directo con la realidad. Durante una década, la granja estuvo funcionando, por debajo de lo esperado, pero produciendo y sirviendo de utilidad.
A finales de los años sesenta dejaron de programarse actividades, ya no se organizaban mercados de ganado ni funcionaban los picaderos. Las balsas empezaron a secarse y la hectárea de tierra de labor que se sembraba de alfalfa se transformó en un tereno baldío. El gran proyecto de Urbina Carrera se había quedado varado, como tantos otros en esta tierra. Cuando la granja se fue quedando sin vida hubo que programar actividades de todo tipo para justificar la instalación.
En 1966, el Sindicato Provincial del Espectáculo aprovechó aquellos espacios privilegiados para celebrar los exámenes para caballistas cinematográficos, por los que daban un título que era necesario para el que quería trabajar en las películas.
Esta improvisada academia de caballistas tuvo una vida muy corta, ya que los rodajes empezaron a decaer y era insostenible mantener en pie aquella instalación con todos sus costes, para que los peliculeros organizaron un curso un par de veces al año. Cuando la Granja Escuela se quedó sin vida llegó el abandono. Durante años fue un centro de recreo donde los niños, saltando la tapia, entraban a jugar a escondidas.
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