Tocan a la puerta. Comprueban por la mirilla quién llama y no me extraña que tarden un poco en abrir porque la imagen que se encuentran tiene que ser la más parecida a la llegada de unos astronautas a la puerta de casa. Abren y entran a la vivienda. Con un golpe de mirada comprueban que todo está según las pautas que les dieron el día que llamaron para cerrar la cita: algunas ventanas abiertas, la persona que va a ser vacunada con su mascarilla puesta y el acompañante con su mascarilla y guardando la distancia de seguridad correspondiente.
Ellas, las dos enfermeras del centro de atención primaria de El Puche que están encargadas de llevar hasta los domicilios la esperanza en forma de vacuna contra el coronavirus, van ataviadas con el EPI -ya sea mono o bata-, las pantallas protectoras y la mascarilla FFP2, llevan incluso unas calzas para entrar.
Ninguno de los presentes tiene síntomas compatibles con el virus, ni han tenido contacto con ningún contagiado. Todo está en orden. El protocolo se cumple y llega el momento de sacar ‘la nevera’, la jeringuilla, la aguja, y dejar que Pfizer haga su efecto sobre otra persona más que busca la ansiada inmunidad. Esa que parece que aún tenemos demasiado lejos que sea global.
Varios equipos
Esto que cuento no es más que una recreación del trabajo que hacen los equipos de enfermeras que en estos tiempos de pandemia recorren las viviendas de aquellas personas que no pueden acudir a los puntos de vacunación masiva. En el Distrito Sanitario Almería hay un total de 18 equipos, uno por cada Unidad Clínica de Gestión, y de ellos depende el llegar a aquellos que quieren vacunarse pero que no se pueden mover de casa. Como explica Encarnación García Soriano, enfermera miembro de uno de estos equipos en el barrio de El Puche, sus pacientes potenciales son “los mayores de 80 años que se encuentran inmovilizados en sus viviendas” aunque también trabajan con “gente más joven cuyas patologías les impide el desplazamiento hasta el vacunauto o que no tienen a ningún familiar que les pueda llevar”.
En el caso de El Puche la población de edad avanzada es pequeña, lo que hace que los listados de personas que pueden vacunarse también lo sea. Explica García Soriano que “ya quedan muy pocos pendientes de vacunar” y eso ha provocado que las rutas que diseñan se hayan ido espaciando en el tiempo y confeccionando con sumo cuidado. Y es que cuando salen a la calle intentan “tener seis o siete personas para poder utilizar todo el vial. Es muy importante para nosotros aprovecharlos. Por eso buscamos unir segundas dosis, primeras, y trazar una ruta lo suficientemente amplia”.
Reconoce esta enfermera que se han encontrado algún caso de paciente que no se ha querido poner la vacuna. Pero no es algo tan extraño en un barrio en el que, a pesar de que con la llegada de la Gripe A se incrementó la población que se vacunaba, no son tampoco demasiado propensos a acudir a las campañas de la gripe, por ejemplo. Ahora, sí que desde que se inició el periodo de vacunación a ahora, se han encontrado con algún caso de cambio de opinión y, finalmente, han aceptado. “Saben que nosotros solamente ponemos la Pfizer, que es la que menos dudas está generando, y ven que esto se está prolongando en el tiempo con lo que crece el temor a poder contagiarse”, explica Encarna García.
¿Qué vacuna es?
El hecho de que estos equipo solamente inoculen Pfizer es importante. No tanto por lo que puede suponer en efectividad, ni mucho menos, sino en la confianza de los que van a recibirla. Y es que tras todas las informaciones de AstraZéneca o Janssen la gente “sí que pregunta qué vacuna le vas a poner”. Recuerda García Soriano que aquellos que tienen dudas no pueden olvidarse que “aunque la vacuna es nueva, está todo muy controlado, hay muchísimos estudios de cada una de ellas” y, a pesar de asumir la normalidad de esta desconfianza, “tienen que perder el miedo a las vacunas porque salvan vidas. Así se han controlado enfermedades como el sarampión, la varicela o el tétanos, por ejemplo”.
Ahora lo que queda por saber es el tiempo de inmunidad de las vacunas. Comprobar si hay que poner recordatorios, si son estacionales, o exactamente la fórmula que se tiene que seguir. Eso llegará, lo hará pronto, pero antes toca terminar de vacunar a todos.
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