El almeriense Daniel Rodríguez es ingeniero Industrial, por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad de Málaga. Se dedica a la aviación, es piloto privado y está concluyendo sus estudios como piloto comercial.
¿Cómo fue iniciar una carrera como la de Ingeniero Industrial?
A mí siempre se me han dado bien los números y la física y es una carrera que está abierta a muchas ramas. Ese fue el motivo por el que decidí ir a la más complicada y abierta. Concluí la carrera en 2017.
¿De ingeniero industrial a aviación?
Terminé en septiembre ingeniería industrial y en octubre comencé en la Escuela de Vuelo. Mi sueño siempre había sido dedicarme a la aviación. Durante la Universidad había varias asignaturas que se trataba el tema de avión y esos ejercicios, para mí, eran los que más vivía. Es un gasto muy superior, pero como mi padre sabe que me apasiona me dio la opción y estoy súper contento con esa decisión.
¿Cuánto tiempo duran esos cursos?
La duración es de dos o tres años, dependiendo de disponibilidad de aviones y meteorología. El tema de la pandemia y durante el confinamiento se paralizaron por completo los vuelos. Antes de salir del confinamiento empezamos de nuevo a volar. Una vez que tienes tu licencia como piloto privado puedes llevar un acompañante, pero a raíz de la covid no nos permiten llevar a una persona que sea ajena a la academia de vuelo.
¿Qué me puede decir de sus prácticas de vuelo?
Una vez que empiezas a volar tienes las asignaturas teóricas aprobadas. Antes de ponerte ante un sistema tan complicado necesitas, al menos, tener los conocimientos básicos. Una vez que tienes los requisitos teóricos ya empiezas a hacer horas de vuelo. Al principio vuelas con instructor, que es quien lleva prácticamente el avión en las dos o tres primeras clases. Después comienzas a ir tomando los mandos tú. Cuando el instructor ve que estás completamente capacitado para volar sólo, el instructor se baja del avión y ya el avión es tuyo por completo. Eso viene a ser el día de la suelta. El día de la suelta se tiene por costumbre bañar al alumno con un cubo de agua.
¿Cómo recuerda su ‘día de la suelta’?
El día de mi suelta fue un poco distinto. Cuando el instructor se bajó del avión me tocó hacer tres aterrizajes. En el primero de ellos estaba súper nervioso pero el aterrizaje fue bueno. Con el segundo me quedé un poco alto y no pude aterrizar. Existe una técnica que se llama ‘motor y al aire’, que es que en el momento que no tienes claro el aterrizaje es preferible no jugártela, seguir volando y no tener ningún problema.
¿Y el tercer aterrizaje cómo fue?
El problema vino durante el último aterrizaje, el tercero. Cuando iba a apoyar la rueda delantera, la rueda salió rodando por la pista. Así que el avión se quedó sin rueda de morro. Los instructores están completamente vigilando cómo va la maniobra. En la aviación los momentos más críticos son el despegue y el aterrizaje. Durante esa fase el avión perdió la rueda de morro y el instructor me dijo que me fuese al aire que no podía aterrizar. En ese momento subí la potencia del avión y efectué el despegue de nuevo.
¿Qué vio mientras iba ascendiendo?
Mientras iba ascendiendo vi como los instructores se echaban las manos a la cabeza. En ese momento no supe lo que estaba ocurriendo. A los pocos segundos escuché a mi instructor decir por la frecuencia de la radio que tuviesen cuidado los que estaban en el circuito para aterrizar porque había una rueda de morro en la pista. En ese momento le pregunté a mi instructor que si esa rueda era mía y efectivamente me dijo que sí. La rueda de morro era de mi avión y tenía que mantenerme en el aire durante un tiempo, hasta nuevo aviso.
¿Qué ocurrió durante ese tiempo de vuelo?
Durante ese tiempo el aeródromo empieza a declararse como aeródromo en emergencia y en ese momento se tienen que desplegar los dispositivos de emergencias, ambulancia, Policía Nacional, Guardia Civil y bomberos. En ese tiempo estuve haciendo los circuitos, vienen a ser aproximadamente el aeródromo hasta que me autorizaron a aterrizar. Durante ese tiempo estuve hablando con los instructores. Ellos me ayudaron a predefinir que es lo que iba a suceder a continuación. Durante el aterrizaje, una vez que estás cerca tienes que preparar la maniobra de emergencia y como la situación era que no tenía rueda de morro el miedo que había era que el avión volcase hacia delante. De esta forma el enganche de la rueda de morro se soltaría, el avión se hincaría de morro. Esa era la situación más crítica que ellos tenían.
¿Cuándo se había repostado el avión?
El avión se había repostado antes de mi vuelo, entonces el combustible estaba al máximo. Si hay una chispa en esa situación podía ser muy complicado. Estuve durante dos horas orbitando para ir quemando combustible. Una vez que llegaron los bomberos esparcieron espuma en la pista para evitar el enganche de morro. No siguieron las recomendaciones de los instructores porque la frenada iba a ser más crítica y no fue muy efectiva la espuma que aplicaron.
¿Cómo fue la maniobra?
Estaba muy tranquilo, tenía claro que había una oportunidad y había que aprovecharla sí o sí. En ese tiempo mantuve la mente fría y el aterrizaje fue muy bien.
¿Recuerda las últimas palabras de sus instructores?
Si, claro. Me dijeron vas a hacer una prueba. Si no estás muy convencido a la hora de aterrizar aplicas motor y te vas al aire. La verdad que no hizo falta. Hice una ‘larga final’, que nosotros lo llamamos el último segmento a la hora de aterrizar, Iba bien centrado y llegando a corta final empezó a haber viento cruzado y me sacó un poco de la línea central. No hubo problemas porque me incorporé de nuevo. Cercano a la pista no escuchaba lo que me decían mis compañeros por la radio. Estaba tan concentrado con lo que estaba haciendo que me aislé totalmente. Dice la gente que el silencio no se puede escuchar y yo ese silencio lo escuché. Yo tenía memorizado en vuelos anteriores lo que otros instructores me habían explicado en caso de emergencia y lo tenía muy interiorizado. Llegando a la pista tenía claro que no me iba al aire, corté el motor, tiene una pestaña que corta el suministro de combustible para apagar el motor por completo. Una vez en la pista apoyé las ruedas traseras y mantuve el morro arriba para que no fuese rozando y fuera el mínimo contra la pista. Una vez que el avión no podía aguantar más en el aire apoye el morro. El avión quedó totalmente centrado con la línea central de la pista.
¿Cuáles fueron sus sensaciones al tocar tierra?
En ese momento fue cuando el cuerpo me dijo puf. En ese momento llegaron los bomberos. El instructor a mi cargo me dijo que lo había hecho súper bien. En ese momento tenía miedo porque pensé que me echarían de la academia. La academia se portó muy bien. Ellos emitieron un comunicado. Ellos han estipulado que la actuación que yo realicé es ejemplar y que gracias a ello no ha habido ni daños personales ni materiales. Los mecánicos de la academia dijeron que los daños ocasionados al avión eran mínimos. De hecho, a los pocos días estaba operativo, cambiaron la pieza. Destacar que el avión venía de una revisión de Madrid. Antes de subir al avión tenemos que hacer un chequeo de todas las partes móviles del avión y ese tipo de cosas no se chequean porque físicamente desde fuera no puedes verlo. La academia me ha comunicado que por demostrar la pericia y los conocimientos me regalaban el curso de instructor de vuelo y un puesto de trabajo cuando termine mi formación.
¿En un sólo vuelo ha cogido una gran experiencia?
Me siento muy contento cómo actué en esa situación. En la academia me dijeron que eso no se lo desean a ningún alumno, pero para que le pase a otro y no sepa reaccionar se alegran de que me haya pasado a mí y que haya salido tan bien la situación. Ahora mismo lo pienso en frío y veo que me salvé de una buena (sonríe).
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