Ahora que el verano está aquí, ciertos destinos se ponen a tiro del motorista. Podría parecer una aventura imposible teniendo en cuenta la actual pandemia de Covid que ha afectado al turismo a escala mundial. Pese a todo ello, un almeriense de Serón, Salvador Benítez Gallego, viajero incansable, se lanzó a primeros de agosto a una aventura desde Almería al punto terrestre más cercano del Polo Norte: el Cabo Norte, de un extremo a otro del continente.
En su ruta, de más de 12.000 kilómetros en un viaje que es de ida y vuelta, ha tenido que lidiar con más de una situación peligrosa y con sentimientos y experiencias que se van acumulando. Según nos cuenta desde Noruega “lo peor que me ha pasado han sido dos caídas tontas de la moto, una de ellas de las que aún conservo algún dolor pasajero que combato con ibuprofeno”.
Salvador Benítez nos cuenta que en su largo peregrinaje hasta el Norte de Noruega ha atravesado media Europa sin tener que enseñar su pasaporte Covid excepto al llegar a Noruega, “cuya entrada se encuentra muy controlada y donde sí que me chequearon el QR que francamente desconocía si funcionaría o no porque no lo había testado antes”. Las carreteras de Finlandia son las que resultan más peligrosas pues el tiempo, cargado de lluvia en los días en las que las recorrió el motorista almeriense, no jugó a su favor y donde es preciso ir sorteando los renos que pastan junto al paso de vehículos y los imprevisibles alces.
“En Rovaniemi, Finlandia, la ciudad de Santa Claus, un chico español que trabaja en un taller donde tuve que realizar una reparación urgente en mi moto, me contó que este verano ya habían llegado 5 motos siniestradas por estos animales”.
No obstante, la persistencia del almeriense y la resistencia ante cualquier dificultad lo llevaron a alcanzar la meta deseada, ese punto en un acantilado a más de 307 metros sobre el Mar de Barents donde aflora toda una amalgama de sentimientos cuando se consigue alcanzarlo. “Recuerdo que fue algo muy especial, llegué a la conocida bola metálica que se encuentra en el Cabo a la 1 de la mañana, de día por supuesto, porque en esas latitudes la noche no se cierra completamente en verano, no podía aguantarme de la emoción, fue un momento muy especial para mí”, tal y como nos relata.
Ya en Noruega, el motorista ha dedicado la segunda parte de su viaje a recorrer su costa atravesando lugares tan bellos como las Islas Lofoten. Gracias a miles de puentes, túneles y ferrys los fiordos no son un obstáculo para las comunicaciones en el país noruego, donde cada desvío de la ruta marcada bien vale la pena.
Pero si hay algo que el almeriense agradece es estar gozando de unas temperaturas que no superan los 15 grados en Escandinavia por lo que gracias a esta gran aventura hace tiempo que se olvidó de lo que significa el calor que atormenta estos días nuestro territorio.
Para el almeriense, la pandemia “puede haber cambiado muchas cosas pero no ha conseguido privarme de mis sueños”. Y hablando de pandemia el almeriense ha tenido la oportunidad de comprobar como diferentes gobiernos atajan la misma siendo de lo más curioso el hecho de que en Suecia la mascarilla no se usa “ni siquiera en el metro de Estocolmo, abarrotado de gente como en cualquier capital de un país”.
Explica que, “si la usas tú solo vas llamando la atención como cuando se veía a los turistas chinos con la misma en cualquier parte del mundo pese a no existir el Covid”. Y es que este aventurero no tiene miedo a la enfermedad aunque sí que manifiesta que mucho respeto pero como nos manifiesta “donde fueres, haz lo que vieres”.
Aún con más de 5.000 kms por delante de vuelta a casa resta por revirar la famosa carretera de los Trolls o la carretera del Atlántico conocida por los noruegos como la “carretera del siglo”, todo ello sin prisa por volver a Almería porque “estos días solo invitan a mantenerse alejado del tórrido sol”.
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