La Campsa del muelle de poniente

Los depósitos quedaron destrozados por las bombas, pero la empresa siguió en el puerto

Instalaciones donde desarrollaba sus actividades la empresa Campsa, encargada del abastecimiento de combustible a la ciudad.
Instalaciones donde desarrollaba sus actividades la empresa Campsa, encargada del abastecimiento de combustible a la ciudad.
Eduardo de Vicente
07:00 • 25 oct. 2021

Los depósitos quedaron totalmente destrozados por las bombas durante la guerra civil, pero la empresa Campsa siguió manteniendo sus instalaciones en el muelle de poniente. Era un fortín en medio del puerto, resguardado por una tapia blanca que estaba custodiada siempre por la policía. Tenía una garita en la entrada y nunca cesaba la vigilancia, ni de día ni de noche. Allí llegaban a diario los camiones llenos de combustible para abastecer la ciudad, hasta que a finales de los años cincuenta se produjo el traslado a unos nuevos terrenos allá por la Carrera de Monserrat.



En el verano de 1927, durante la dictadura del General Primo de Rivera, se estableció el monopolio de petróleos en España, que fue adjudicado a la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos S.A. (CAMPSA), una sociedad anónima cuyos socios eran los bancos nacionales. En Almería fue su primer delegado don Emiliano Abad Capella, que tenía la oficina principal en el Paseo del Príncipe, y se encargaba de gestionar el gran almacén de combustible que la compañía estableció en el martillo del muelle de poniente. 



Los depósitos de la Campsa constituyeron desde su puesta en funcionamiento un serio problema para la población, debido a la cercanía de sus instalaciones, próximas al puerto pesquero, a la carretera de Málaga y a los barrios de San Roque y de La Chanca. Sin embargo, no se produjo ningún incidente de gravedad hasta el mes de noviembre de 1936, cuando recién comenzada la guerra civil, el buque rebelde Canarias bombardeo los depósitos. 



Los viejos depósitos de combustible que abastecían la ciudad y la provincia desaparecieron en aquel ataque. Desde entonces, Almería se quedó sin un lugar de reserva y durante décadas, sus necesidades se cubrieron con el combustible que traían desde la factoría de Málaga. 



Fue a mediados de los años cincuenta cuando la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos, (CAMPSA), abordó el proyecto de volver a instalar en nuestra ciudad una factoría y sus correspondientes depósitos para almacenaje.  El principal problema con el que se encontró fue la dificultad para conseguir unos terrenos que tuvieran la longitud adecuada y que a la vez disfrutaran de una posición estratégica, lo más cerca posible del puerto. Tras varios meses de negociaciones con el Ayuntamiento, se llegó a un acuerdo definitivo para que la Campsa montara su industria en unos terrenos próximos a la estación del ferrocarril, en la entonces llamada carrera de Montserrat, un escenario no demasiado alejado del muelle y que en aquellos años estaba lo suficientemente retirado de la ciudad para no ser una amenaza para la población. Entonces, Almería se desdibujaba como ciudad al cruzar la Rambla y más allá de la carretera de Ronda no existían urbanizaciones ni barrios, sólo zona de vega con cortijos y caminos rurales. Lo más próximo al lugar elegido para instalar la Campsa era la estación del tren, el Preventorio antituberculoso de la Plaza de Barcelona y al sur la barriada de  Ciudad Jardín y la manzana del Tagarete que empezaba a urbanizarse en terrenos ganados a la vega.



En marzo de 1958 se inauguró por fin la nueva factoría de Campsa, en unas amplias instalaciones donde se ubicaron los depósitos de combustible. Estaba unida al puerto por tres tuberías con una longitud de dos kilómetros para la carga y descarga de los buques tanques y contaba con un sistema contra incendios de tres  extintores, “estratégicamente situados”.



Con la nueva instalación, Almería resolvía el problema que antes le suponía tener que depender de la factoría de Málaga para abastecerse, pero creaba otro problema futuro, tener dentro del casco urbano una “bomba de relojería”. Aquel lugar, que en 1958 parecía tan alejado de la ciudad, en unos años se fue acercando a medida que Almería fue creciendo . Fue en los años 80 cuando los vecinos se empezaron a movilizar para pedir el desmantelamiento de la factoría, protestas que se generalizaron a raíz de una explosión de una tubería en el puerto que dejó malherida a una adolescente, en marzo de 1982.





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