Los torreones de la muralla en Pescadería siguen sin tener quien les quiera.
Corría el año 2014 cuando Ayuntamiento de Almería y Junta de Andalucía comenzaban una auténtica pelea por saber quien tenía la responsabilidad de su mantenimiento y cuidado pero, por curioso que parezca, la lucha nunca fue para dar un paso al frente con este bien patrimonial sino para que se la quedara la otra administración y quitarse así el problema. Hoy, siete años después, a pesar de que se determinó que era la administración autonómica la responsable de su mantenimiento porque se considera que los torreones forman parte del Conjunto Monumental de la Alcazaba, la situación es la misma: los torreones no son de nadie, no hay registro de propiedad, y el tiempo sigue deteriorándolos.
Según explican desde la asociación ‘Amigos de la Alcazaba’, en las últimas conversaciones con la Delegación de Cultura se les aseguró que el registrador había puesto “algunas pegas” para registrar este bien y que por eso no están aún inmatriculados, a pesar de que hayan transcurrido dos años desde que se comprometieron a ello.
Mantenimiento
Puede parecer banal el que estos torreones tengan o no dueño, pero no lo es. Mientras no hay una administración que tiene la responsabilidad de velar por su cuidado el tiempo pasa y crece el deterioro de estos elementos patrimoniales. Tanto es así, que en una visita realizada esta misma semana a la zona, la vocal de ‘Amigos de la Alcazaba’, Encarni González, comprobaba que tras las fuertes lluvias del 22 de octubre uno de los torreones había “expulsado tierra, agravando su deterioro” además descubrir que la pared convertida en escombrera detrás de uno de ellos ha sufrido movimientos que pueden provocar desprendimientos de tierra y afectar al torreón. Para Juan Miguel Galdeano, vicepresidente de ‘Amigos de la Alcazaba’, “no es normal que ante una lluvia, por fuerte que sea, este tipo de tapial sufra desprendimientos. Si estuviera mantenido, consolidado, no habría este tipo de problemas”.
Y es que ninguno de los torreones que recorren el Pescadería cuenta con ningún tipo de atención aunque donde más se nota, sobre todo por estar en una vía principal del barrio, es en los torreones que se encuentran a ambos lados de la Avenida del Mar. Este espacio está “totalmente degradado”. Allí se puede observar un aparcamiento improvisado en el que los coches viven a la sombra de las torres, solares llenos de basura acumulada y se puede distinguir el trazado de lo que en otro tiempo fue una calle cuyas viviendas fueron demolidas hace años pero de las que aún quedan azulejos, ladrillos, algún utensilio de cocina… todo esperando a que alguien decida desarrollar allí la misma intervención que en las laderas del Cerro de San Cristóbal.
Este entorno degradado incide en esa sensación de abandono que transmite este bien patrimonial. Tan olvidado está que hay quien piensa que esos muros que sirvieron para defender la ciudad son un lienzo en el que pintar, y no precisamente obras de arte. Las pintadas así se acumulan en ambos espacios con forma de firmas, en muchos casos repetidas. “Muchas veces argumentan que el eliminar las pintadas de este tipo de tapiales puede dañarlos pero lo cierto es que no eliminarlos acaba generando una sensación de impunidad tal, que acaba siendo un efecto llamada”, afirma el vicepresidente de ‘Amigos de la Alcazaba’.
Planes
Critican además desde el colectivo en defensa del patrimonio la gran contaminación visual que tiene el entorno. Este problema lo produce fundamentalmente el cableado eléctrico aéreo y los ‘palos’ de la luz que dominan el horizonte de esa calle, quizá una de las pocas en las que sigue pasando. Y es que tiene claro Encarni González que la situación de olvido en la que se encuentran estos torreones está directamente relacionada con el abandono que tiene el mismo barrio.
Por ello, y teniendo en cuenta que forman parte del Conjunto Monumental de la Alcazaba y su relación directa con todo lo que se quiere poner en valor en el Mesón Gitano, la vocal de la asociación patrimonialista pide la realización de un plan integral para los torreones que permita su consolidación, su iluminación y la colocación de una señalética explicativa para que la gente pueda conocer su origen e importancia.
De momentos los torreones siguen ahí, en pie, once siglos después a pesar de que nadie haya hecho nada para que sea así. Si cuando se destruyó la gran parte de las murallas de la capital estos torreones se salvaron de la demolición porque el valor de los suelos en los que se levantaban no era lo suficientemente alto como para el gasto que suponía tirarlos, ahora el encontrarse en esta misma situación puede terminar con ellos ante la desidia y el olvido.
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